La ciudad de Mondoñedo engancha por muchos motivos, y uno de ellos es la riqueza de su patrimonio cultural y artístico, que ha quedado plasmado en sus tradiciones. Pero también su patrimonio natural, sus museos, su importancia en el Camino de Santiago (Camiño Norte) o la calidez de su gente y la excelente gastronomía de la zona.

El antiguo reino de Galicia se forjó en medio de las intrigas y luchas de poder medievales, en las que esta ciudad juega un papel importante. Y es que, quizá no muchos saben, que hasta 1833 nuestra comunidad estaba dividida en siete provincias: A Coruña, Lugo y Ourense más Santiago, Tui, Betanzos y Mondoñedo. Esta última fue ciudad desde el siglo XII y desde la Edad Media siempre fue sede episcopal, salvo un periodo de algo más de cien años entre los siglos XII-XIII en que ésta se trasladó a Ribadeo. El protocolo y ceremonial propio de un arzobispado, hoy bastante en desuso pero muy importante siglos atrás, ha dejado una huella imborrable en su tradición y cultura. La Catedral de Mondoñedo, Nuestra Señora de la Asunción, está declarada basílica desde 1959 y en algunos sitios se la denomina como «la arrodillada», por su baja altura con respecto a otras seos pero sus equilibradas proporciones.

Auge de peregrinos y visitantes

Dicen quienes residen habitualmente en la ciudad que esta Semana Santa también en Mondoñedo se ha vivido un aluvión de visitantes. No solo entre peregrinos que hacían el Camino de Santiago, y en el que Mondoñedo es parada obligada por su ingente patrimonio cultural y natural. Sino también porque un sector de turistas que buscan experiencias, incluyendo el senderismo, los museos y rutas o la gastronomía, está descubriendo este concello ubicado en A Mariña Lucense.

Calles y casas de trazado medieval, declaradas conjunto histórico artístico, pero también un barrio que es calificado como la «Venecia» mindoniense, que es la zona de Os Muiños, historias y leyendas como la del Mariscal Pardo de Cela y su fatal desenlace ante la misma catedral, pero también una seo que está declarada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, en el marco del Camino de Santiago. Mucho que ver, pero también mucho que escuchar y sentir, ya que las tradiciones siguen vivas en Mondoñedo y así puedes contemplarlo en algunas de sus fiestas religiosas y populares, aunque hoy nos centramos en la Semana Santa.

La Semana Santa de Mondoñedo y sus raíces

Si algo tiene Mondoñedo y ha sabido valorar y conservar son fuentes documentales. Muchas aún pendientes de estudio, pero otras puedes rastrearlas a pie de calle, a través de la tradición oral o en publicaciones y blogs sobre la ciudad. Entre las celebraciones propias de muchos rincones de Galicia está la procesión del Santo Entierro. Aquí pudimos vivirla intensamente el Viernes Santo, en torno a las 5 de la tarde, en la Praza da Catedral. Pues allí  esperaban solemnemente una comitiva municipal, presidida por la alcaldesa, y en la que la guardia municipal viste trajes de época, recordando precisamente la etapa de la capitalidad provincial. Los trajes son originales, y cada año se sacan cuidadosamente para este evento. Pero hay mucho más que contar sobre la historia de esta celebración religiosa e inevitablemente debemos ir por apartados para no perdernos.

Las campanas de la Catedral

El toque de campanas en Mondoñedo es puro arte y se realiza de modo manual, sin mecanización. Así nos lo corrobora Valentín Ínsua, el «campanero» y hombre clave en el conocimiento del Museo Catedralicio y los secretos de este edificio. El toque, que algunos opinan que debería ser declarado patrimonio cultural inmaterial, voltea durante varios minutos las campanas denominadas Prima, Paula y Ronda, y puedes escucharlo en la web Campaners, donde además se detallan sus usos. En este caso suenan el Jueves Santo, para establecer el silencio litúrgico que se prolongará hasta la noche del Sábado Santo, tras la ceremonia de la Vigilia Pascual.

Los diferentes toques se han ido reduciendo a lo estrictamente religioso, pero Valentín nos cuenta que hasta 1913, según dejó escrito el célebre Mindoniense Álvaro Cunqueiro, se tocaba «a parto» cuando el pronóstico del alumbramiento de una mujer de la ciudad no pintaba bien.

El sonido de la matraca

En este tiempo «de silencio» para las campanas se tocaba la Matraca, un instrumento peculiar que aún puedes ver en el Museo Catedralicio y que Santos San Cristóbal y Fernández Villalba indican que sonaba entre el Gloria de los Oficios de Jueves Santo y la madrugada del  Domingo de Resurrección. Su sonido es calificado de «estremecedor» y el artefacto en cuestión estaba en el exterior de la catedral, junto a la fachada principal. Ínsua aún recuerda escucharla, como seguramente muchos en la zona, pues se retiró por su mal estado en 1975 para conservarse en el museo.

El polémico descendimiento

El Cristo Yacente que pasea las calles durante la procesión del Santo Entierro es una talla del siglo XVII que, aunque actualmente procesiona en una urna de cristal y con paños bordados, es una figura articulada. Según se puede leer en la publicación de los historiadores Santos y Fernández,  La Semana Santa en Galicia, la figura se usaba antiguamente en el rito del Descendimiento. Se colocaba una cruz en la fachada de la catedral, y se desclavaba al Cristo para ponerlo en brazos de la Virgen y posteriormente en la urna para el entierro. La tradición está documentada en el siglo XVIII, y de ella queda testimonio a través de una pugna entre poderes civiles y religiosos por las interferencias de esta antigua tradición popular con los actos litúrgicos. Actualmente el Santo Entierro sale de la catedral con el Cristo en la urna y recorre las calles de la ciudad en lo que tradicionalmente era la procesión «de los hombres», ya que las mujeres no acudían.

El tenebrario

Es quizá lo más sorprendente de las antiguas tradiciones que puedes leer sobre Mondoñedo, que en parte se conservan gracias a un ceremonial de la catedral, manuscrito, y que recogía con detalle todo el protocolo y la parafernalia que vestía las diferentes celebraciones litúrgicas. Este instrumento no era sino un enorme candelabro con capacidad para 15 velas y que se conserva también en el museo. Se usaba en el Oficio de las Tinieblas, el Jueves y Viernes Santo, y acompañaba durante dos horas y media el rezo de salmos: las lamentaciones del Profeta Jeremías. Se apagaba una vela tras cada cántico, hasta quedar la iglesia a oscuras. Algo similar estéticamente, aunque con otra simbología, se vive aún en muchos templos con la Vigilia Pascual, cuando se inicia a oscuras y el fuego bendito va pasando de vela en vela hasta alumbrar todo el templo. Entonces ya suenan las campanas y se inicia el tiempo de Pascua o Resurrección.

Las coloridas cáligas

Si visitas el Museo Catedralicio te llamarán la atención las cáligas o zapatillas litúrgicas empleadas antiguamente por el obispo. A juego con el color litúrgico de las casullas (verde, morado, rojo…) la cabeza de la diócesis usaba esta vestidura con una especie de medias llamadas «caligae» como símbolo del mensaje divino, que la estudiosa Águeda Pino relaciona con las palabras «Qué hermosos son los pies de los que evangelizan la paz», referencia que oportunamente nos pasa Roberto Reigosa, historiador local.

El sermón

Muchas de estas curiosidades y tradiciones han ido desapareciendo a lo largo del siglo XX, y de ellas solo queda rastro en los libros o en la tradición oral. Otras se conservan y practican, como es el caso de la querencia por el sermón como tradición religiosa. En Mondoñedo, los sermones de Cuaresma eran escuchados y valorados en entornos intelectuales, y se comentaban en el Casino. Poco perviven estos discursos de cuidada dialéctica religiosa fuera de los muros de las iglesias, aunque nos sorprendió el respeto con que los asistentes a la procesión del Santo Encuentro, el Viernes Santo por la mañana, asistían a las palabras del sacerdote José María Díaz, a plena voz y desde un púlpito de madera instalado para la ocasión.

Las cofradías

En Mondoñedo hubo tradicionalmente dos cofradías más relevantes que, entre otras celebraciones religiosas, impulsaron la Semana Santa. La Orden Tercera, como nos cuenta José Luis Fernández, y que data de 1734. A día de hoy esta cofradía continúa sumando esfuerzos con el concello y las instituciones religiosas para impulsar y mantener las tradiciones de Semana Santa en la ciudad. Allí se albergan los pasos que salen el Viernes Santo en la procesión del Santo Encuentro. Esta entidad tiene concedidas indulgencias especiales por los obispos Aguilar y Caamaño y Ponciano Arciniega. Otra cofradía con relevancia histórica estaba circunscrita a la parroquia de Santiago y era la denominada del Santísimo y la Vera Cruz. Tiene sus orígenes en el siglo XVI. A ella se había unido la de la Virgen del Rosario, desde el siglo XIX.

Un canto en exclusiva

Y la joya de la corona de la Semana Santa mindoniense es sin duda el Plorans, un canto que se interpreta en la procesión de la Soledad, también de las más impresionantes, y donde las mujeres, pues ésta sí es la «procesión de las mujeres», se visten de mantilla y acompañan a la Virgen Dolorosa, un paso del siglo XVIII. José Pacheco fue un sacerdote mindoniense que falleció en 1865 y fue artífice, por su trabajo al frente del órgano y la liturgia musical de la catedral, de numerosas obras, más de 300 y muchas de ellas en gallego. Entre ellas está el Plorans, que por expreso deseo del autor se canta solo en la Semana Santa de Mondoñedo y en la Capilla Real de Madrid. Los mindonienses escuchan este cántico con la piel de gallina, y os aseguro que todos los asistentes también.

 

Por

Carmen Delia Díaz

, 19 de abril de 2017

Carmen Delia Díaz

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  2. […] Explorar el tesoro de alguna de las catedrales que tenemos en Galicia, como la de Mondoñedo, Ourense o Lugo. No solo un paseo por estos templos para conocer sus elementos más significativos […]

Carmen Delia Díaz

Filóloga, periodista y guía turística oficial de Galicia, especializada en comunicación empresarial, recursos turísticos y turismo familiar y cultural

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