Mondoñedo adquirió gran importancia en el siglo XII, cuando se ubicó en este lugar la sede diocesana. En esta época llegó a ser ciudad y fue capital de una de las siete provincias del antiguo reino de Galicia. Pasear hoy por sus calles es bien distinto, pues sus casas y sus barrios combinan los restos de la grandeza y antigüedad pero también el estado de abandono.
Esta población mantiene su esencia intacta. Relojerías, ferreterías, pastelerías o zapateros, pequeño comercio como el de toda la vida, llena sus intrincadas calles y soportales. Recorrerlo con niños en plena preparación de la feria medieval tiene un encanto especial, se celebra cada año el segundo fin de semana de agosto.
Entonces esta localidad se llena de gente: visitantes, mindonienses que se han ido, turistas y feriantes. Una mezcla de alegría y bullicio que estalla la noche del viernes con el aquelarre de las brujas, y continúa el sábado con una explosión de visitantes venidos de toda la comarca.
Mondoñedo se recorre a pie, aparcando fuera del casco urbano y paseando por sus calles y plazas tranquilamente. La catedral, del siglo XIII, es una de las estampas más bellas, rodeada de casas con soportales. Se puede visitar, también su claustro y el museo catedralicio, donde podrás ver la colección de zapatos arzobispales, un curioso e inusual conjunto.
El Seminario de Santa Catalina, que no se visita pues es seminario y hospedería. La plaza del Ayuntamiento, otro bonito rincón lleno de vida en determinados días del año. El Santuario de los Remedios, su alameda, el cementerio viejo y el parque.
Del siglo XVI puedes encontrar algunos edificios y la Fuente Vella, junto a la casa natal de Cunqueiro, porque si algo es Mondoñedo es cuna de grandes escritores gallegos como Leiras Pulpeiro, Noriega Varela o músicos como Pascual Veiga y Jose Pacheco.
Un pintoresco barrioEl barrio de los molinos está bien señalizado desde el casco urbano aunque un poco alejado de éste. Aprovechaba las aguas del río Valiñadares y sus molinos eran empleados por diversos artesanos como ceramistas, forjadores o molineros. Un bonito conjunto con mucha historia detrás, pues allí retuvieron a Isabel de Castro mientras ejecutaban a su marido el Mariscal Pardo de Cela.
Junto al seminario hay un pequeño parque infantil anexo a un colegio y una cancha deportiva donde puedes detenerte con los niños a que jueguen un rato. En la plaza del Concello o en la de la catedral, así como en calles cercanas, hay locales de hostelería donde comer o tapear. También bares y alguna pastelería muy recomendable como La Alianza, un rincón con buena repostería y cuatro o cinco mesas para tomar un café. No muy lejos está el Museo del Rei de las Tartas, el afamado pastelero mindoniense, y un local curioso, el Museo del Mago Merlín.
Monasterio de los Picos
A pocos kilómetros del pueblo hacia la montaña está el Monasterio de los Picos, un antiguo convento hoy en ruinas. Solo puede verse desde fuera pero el Vía Crucis que asciende montaña arriba hasta su iglesia es digno de ver.
El suelo es empedrado y con mucha pendiente, no es apto para carritos, pero sí puedes ver tramos desde la carretera o subirlo a pie.
