Sarria es el primer pueblo grande que se encuentra el peregrino al entrar en Galicia siguiendo el Camino de Santiago. Por eso, visitarlo en cualquier época del año pero especialmente en septiembre, garantiza verlo repleto de caminantes y excursionistas. A los peques les impresionaba que la gente pudiera caminar días y días, y sin pararse en los parques a jugar.
El casco urbano se delimita entre las vías del tren, el río Celeiro y el río Sarria. La ribera del río es la zona más fresquita y agradable en días de calor, llena de terrazas para tomar algo o caminos para pasear. Es muy comercial y el peregrino encuentra allí todo lo que necesita, así que las familias visitantes también.
Estuvimos en el Carrís Alfonso IX, que cuenta con habitaciones familiares amplias y dispone de cunas; también tiene un aparcamiento grande todo alrededor. En el lateral hay una piscina pequeña pero muy soleada y otra para peques que se agradecen en días de calor.
El hotel está muy bien ubicado con respecto al parque infantil, que está a pocos metros, cruzando el puente peatonal y siguiendo el camino de la izquierda. Hay un tramo de tierra incómodo para carritos, y detrás de la cafetería O Chanto, en el parque del mismo nombre, hay una amplia zona infantil, también con mesas de merendero y sombra, amplio aparcamiento si vas en coche y todo junto al río. Un sitio muy agradable.
Si vais en invierno y hay que refugiarse un poco del frío, os encantará el bar Montecarlo, en la calle Diego Pazos 1, que cuenta con una zona infantil con mesa y sillitas, un saco de juguetes y una agradable estufa. Puedes desayunar, merendar o tomar un aperitivo.
El resto de la localidad se recorre pronto, pero es algo escarpado, ya que la zona peatonal asciende por la ladera dela montaña hasta el Monasterio de la Magdalena, donde hay una hospedería en un entorno idílico y muy tranquilo. Al inicio del ascenso, hay un tramo de escaleras bastante considerable.
El convento es mercedario y es el edificio más representativo de la villa, data del siglo XII, por lo que comprende estilos que pasan por el románico, gótico, y gótico tardío. Se puede visitar el claustro y la iglesia entrando por ésta o bien tocando la campana de la puerta. El suelo del claustro impresiona, con su mosaico empedrado desgastado por el paso de los años, también los arcos ojivales o la puerta a la «Vita aeterna».
Además del parque infantil junto al río del que ya hemos hablado, si vas en invierno hay un café ludoteca al que puedes ir, o incluso donde puedes dejar a los peques un rato. Se llama Polo Ocio y está en la calle Calvo Sotelo. Tiene un pequeño café, un gran parque de bolas, bolera, consola, y sala de disfraces, también celebran cumples.
El parque infantil ubicado en la Pza. da Vila, no es muy extenso pero tiene rincones chulos. Villa Andrea, hoy el Centro de Información de la Mujer, de 1880, o Villa Aurelia, sede de La Unión Sociedad Recreativa, de 1890, son las dos mansiones que podrás encontrar en este entorno del centro de Sarria.
El Museo Etnográfico del Pan, de la panadería Pallares, en la calle Matías López también resulta de lo más interesante. Es un establecimiento familiar que conserva piezas desde sus orígenes en 1876 y que se puede visitar en el horario de apertura de la panadería, donde podrás comprar todo tipo de repostería casera y de calidad. Por cierto que en el portalón de acceso tienen una figura de un burro de lo más llamativo para los peques.