Portomarín con niños o en familia es una excursión preciosa para cualquier finde. Está enclavado en el Camino de Santiago, y es la siguiente meta de los agotados peregrinos después de Sarria, donde muchos inician esos últimos 100 km del itinerario jacobeo para obtener la Compostela. Pero además fue declarado conjunto histórico artístico, anegado bajo las aguas, y reconstruido montaña arriba para dejar paso al embalse de Belesar, en el río Miño.
Muchos peregrinos llegan a lo alto del pueblo, tras pasar su arco de entrada y subir por las calles porticadas, y preguntan por el albergue o cualquiera de las muchas viviendas turísticas que hoy funcionan. Los niños miraban atónitos a estos caminantes y sus enormes mochilas. Lo cierto es que de pueblo pintoresco ha pasado a pueblo turístico.
Pero más les sorprendió a nuestros peques aún conocer la historia del pueblo. Estaba asentado en el valle, junto al río Miño, pero al construir el embalse de Belesar se llevaron los principales edificios del pueblo, como la Iglesia de San Nicolás o la de San Pedro, para el Monte do Cristo.
Con la sequía de los últimos años, en determinados momentos del año como el otoño, es posible recorrer las antiguas calles del pueblo que está bajo las aguas, te lo contamos en Portomarín, un monumento antiguo bajo las aguas.
En su ladera, construyeron un pueblo nuevo, y aún se pueden ver las ruinas de las antiguas casas cuando el embalse está bajo de nivel de agua, lo cual suele suceder al final del verano, en torno a octubre.
Para conservar esta memoria que muchos hoy reivindican, hay un mirador y paneles con fotografías antiguas que evocan aquel viejo Portomarín, fotos que podemos ver también en los soportales de subida a la plaza del Camino, antiguamente dedicada al Conde de Fenosa, Pedro Barrié de la Maza, impulsor del embalse.
En la actualidad, el lugar del antiguo busto del ingeniero, lo ocupa una estatua dedicada a la memoria de uno de los párrocos que dejó huella en la localidad. Y en el mirador al viejo pueblo, se ha instalado una campana, la liberty bell, que emparenta este paraje fluvial con la costa de O Vicedo. Muchos peregrinos o caminantes la tocan al pasar, quizá recuerda las viejas campanas de la iglesia a pie de río, que hoy repican más arriba.
La Iglesia de San Xoán (o San Nicolás), del siglo XII, es de un románico tardío y peculiar. De nave única, con un enorme rosetón en la fachada, y con rasgos de fortaleza. De hecho, perteneció primero a la orden de Santiago, después a la de San Juan y finalmente a la de Malta. Si te fijas, aún puedes ver la numeración en las losas de piedra de su fachada lateral.
En su portada vemos a los 24 ancianos del apocalipsis, y un Pantócrator. Merece la pena pararse a contemplar los capiteles y canecillos en todo el exterior de la iglesia, y jugar con los peques a identificarlos. En la portada lateral vemos a San Nicolás, y en la opuesta una anunciación.
En la parte final del pueblo, junto al parador (hoy Pousada) vemos la Iglesia de San Pedro, del siglo X, y trasladada también piedra a piedra en sus partes más relevantes como portada, esquinas y dovelas.
El resto, lo vemos completado en piedra de pizarra algo diferente, al igual que otros edificios del pueblo. Llegando a ella y tomando a mano derecha, está una zona deportiva y el aparcamiento para autocaravanas, con vistas preciosas y en un lugar muy tranquilo.
El parque infantil, después de varios cambios, está ahora en la Avda. de Sarria, casi a la entrada por las escaleras del antiguo puente medieval, también movido al trasladar el pueblo.
Además de juegos infantiles, lo han equipado con unas simpáticas casitas tipo hobbit. Cuando pasamos no había ninguno de sus habitantes en casa, pero probad a ver si tenéis suerte.
Otros edificios interesantes del pueblo son el Pazo de Berbetoros, hoy también hotel, que conserva su balconada original, y algunos elementos conservados en la plaza de la iglesia de San Nicolás, tanto en el ayuntamiento, como en el exterior del polideportivo municipal.
Además, en Portomarín existe un pequeño museo de coches en miniatura de todas las épocas. Seguro que os sorprenderá, ya os habíamos hablado de él aquí y está abierto en temporada. Es una opción estupenda para un plan a cubierto con los más pequeños.
En esta zona está también la piscina municipal, la capilla de la Virgen de las Nieves, sobre el arco de entrada, y un mirador que por desgracia, el trasiego de peregrinos -algunos no muy educados- hace que no esté en buen estado de mantenimiento.
La carretera de Portomarín hacia Lugo, a unos 36 kilómetros, atraviesa la Reserva de la Biosfera Terras do Miño y tiene unos paisajes impresionantes.
Si queréis una buena recomendación para comer en Portomarín, con niños tenéis cercana la opción del Restaurante Río Loio, del que ya os habíamos hablado por aquí. Tiene parque infantil exterior y es perfecto para que ellos jueguen mientras los mayores terminan la comida. La especialidad es la anguila, un producto tradicional de la zona que se pescaba en los antiguos caneiros.
Hay aparcamiento por varias zonas, como la entrada al pueblo desde el puente nuevo, y un poco más arriba, en un espacio cubierto en la Avenida de Chantada con la de Sarria. También, en un espacio superior, hay otra área de autocaravanas.
Y si vais en familia, también nos encantó el mirador sobre el Miño. Una buena carta de pulpo, pescados o carnes y postres tradicionales, en un entorno muy bonito sobre la desembocadura del río da Barrela en el el Miño.
Etapa Sarria Portomarín Camino de Santiago