Hay un mundo de curiosidades desde finales del siglo XIX durmiendo en las calles y pedestales del parque más célebre de A Coruña. Así que nos hemos decidido a contaros todo lo que ver en los Jardines de Méndez Núñez y que está tan vinculado a la historia de nuestra ciudad.
Y es que aquellos señores, el honorífico era un mundo eminentemente masculino, que llenan nuestros callejeros, fueron famosos en su tiempo por su implicación con esta ciudad del noroeste. Políticos, periodistas, filántropos, médicos, escritores y un sinfín de profesionales que arrancan desde el mismísimo Méndez Núñez, que ya nadie recuerda quién fue, pero le hemos dedicado nuestro parque más preciado.
En A Coruña hemos sido emprendedores y trabajadores desde antiguo, y nuestra prosperidad desde el siglo XVIII, al inicio de la Edad Contemporánea, viene bastante vinculada a la revolución industrial y los inventos modernos. Máquinas de vapor o carbón, ingenios hidráulicos o el uso del gas fueron convirtiendo esta capital gallega en una urbe cosmopolita. Así se refleja en las páginas de la historia comercial de la ciudad de Tettamancy o quedó patente en la hemeroteca de las publicaciones y catálogos de siglos atrás.
Pero hay una cosa que nunca perdonamos al finalizar nuestra jornada, y era un buen paseo o un rato de ocio en las zonas más céntricas de la ciudad. Así, el relleno propiciado por la remodelación del puerto de Uribe y Vila y Algorri, ingenieros de la época, favoreció la aparición un segmento nuevo que rebasó las fortificaciones de la ciudad, acabando para siempre con la memoria del fuerte de Malvecín, sepultado bajo la actual rosaleda.
Así que este nuevo espacio, allá por 1868 y denominado los Jardines del Relleno, recibe pocos años después el nombre de Casto Méndez Núñez, un marino ilustre de la época. No es suya la estatua sin embargo que preside la entrada a los jardines sino de Linares Rivas, otro político ilustre al que también honra la ciudad, con esta escultura de bronce de Agustín Querol instalada en 1912, con una calle y una placa en el monolito del obelisco.
El espacio que hoy ocupa el paseo de coches, flanqueado de elegantes palmeras centenarias, se fue rodeando de edificios en la fachada portuaria al gusto y diseño de la época. En principio eran construcciones sencillas y provisionales, pero su belleza y la notoriedad que adquirieron hizo que se fueran sustituyendo por otras para perdurar, aunque no siempre fue así.
Todas estas edificaciones cobijaban elegantes terrazas y restaurantes, salas de cine, salones de juegos, salas de lectura, teatrillos y tiendas que sortean inventos y novedades de la época, en general, lugares de reunión social llenos de vida. Hoy solo queda su huella entre las cosas que ver en los Jardines de Méndez Núñez.
En los años 20 y 30 del siglo XX encontramos por tanto en este lugar el elegante hotel Atlantic, de Tenreiro, tristemente sustituido en los años 60 por el edificio actual. El Kiosco Alfonso, diseñado por el arquitecto modernista Rafael González Villar. Y el edificio de la Terraza, de Antonio de Mesa y Pedro Mariño, que sustituyó al primitivo de madera y vidrio, que fue trasladado a Sada en una versión más pequeña.
En lo alto de la azotea de este último, que ha sido designado como sede para acoger la Agencia Estatal de Inteligencia Artificial (AESIA), encontramos diferentes bustos de la escultora Docha L. Rioboo, que representan a escritores, periodistas y otras personalidades históricas de la ciudad.
Se van ajardinando, auspiciados por Narciso García de la Torre, y con el compromiso de muchos ciudadanos que incluso aportan diferentes especies vegetales o contribuyen a plantarlas. Un discreto monolito recuerda a este personaje olvidado en el medio de la terraza de la actual cafetería Atalaya, un edificio firmado por Tenreiro y que se conoció como Casilla Biblioteca, pues este fue su uso a lo largo de la historia y desde su creación en los años 40.
A lo largo de los últimos años del siglo XIX y principios del XX se va salpicando este espacio urbano de homenajes a diferentes personalidades de la ciudad. Por eso una de las cosas que ver en los jardines de Méndez Núñez es precisamente esta colección de bustos y estatuas que nos llevan a diferentes épocas de la historia.
Posteriormente, ya a partir de la mitad del siglo XX, encontramos otras cosas que ver en los jardines de Méndez Núñez entre los monumentos posteriores. Es el caso de:
Además de este recorrido cultural e histórico, los jardines de Méndez Núñez cuentan con diferentes espacios de interés botánico en el que encontramos palmeras centenarias catalogadas, madroño, tilo, tejo, tuya, metrosidero, haya, ginkgo biloba, cedro, castaño, camelia, etc.
En la zona de la rosaleda ya os hemos contado que conviven 4.000 especies diferentes de rosas. entre enanas, trepadoras, de tallo alto o lloronas.
El calendario floral es otro de los puntos de mayor interés y fue instalado en los años 50 por iniciativa del alcalde Alfonso Molina, y desde el año 1977 nos indica la fecha y mes en gallego. Cada día a las 7 am se actualiza el día, mes o año, según corresponda.
Y el reloj floral fue añadido por Peñamaría de Llano y fue construido por Santos Alonso Caballero y el relojero coruñés González Señarís.
El Paseo de Coches es el escenario de un divertimento muy popular allá por los años 70, como eran los caballitos con pedales y carroza que los niños podían pilotar en este jardín histórico. La familia Mediero ha querido recientemente que se recuperara esta tradición, que había cesado su actividad en 2002, esta vez con carácter solidario. Por eso los 14 caballitos que funcionan a día de hoy son gestionados por la Asociación Pro Enfermos Mentales de A Coruña. Pueden alquilarse en horario de mañana y tarde, en fines de semana y vacaciones, y cuestan 3,50 euros.
Muy cerca de este paseo, encontramos un parque infantil renovado con juegos para varias edades. Toboganes, columpios y diversos juegos de madera para los más pequeños, están instalados cerca del palmeral y rodeados de bancos.
Si os entra el hambre o la sed, además de las fuentes que hay por el parque, podéis encontrar dos cafeterías en lo que en su día se denominaron Jardines del Relleno. La primera está frente al hotel Atlántico, y tiene también bastante historia. Copacabana es también un clásico de las tardes de verano de los años 70-80, yo de niña recuerdo haber ido con mis abuelos a tomar unos calamares de aperitivo. Y la segunda está en el edificio de la Atalaya, junto al estanque de peces, y tiene una espaciosa y soleada terraza.
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