Si visitáis Madrid y os va el turismo cultural, una de las visitas obligadas es este espacio del que hoy os hablamos. Contamos qué ver en el Museo Thyssen, cómo preparar la visita, cuáles son sus orígenes e historia y más detalles y curiosidades.
Iniciada como una colección privada, desde principios del siglo XX, sus cerca de mil piezas actuales son visitadas por más de un millón de personas cada año. Desde 1993, con la adquisición del museo por parte del estado, se trata de un centro nacional en el que además se expone un fondo personal de la baronesa, cedido para su exposición, de unas 300 obras.
Es difícil resumir la diversidad y notoriedad de este museo en unas líneas, pero como introducción podríamos destacar que muestra en sus dos plantas, más la parte baja del museo, unos 700 años de historia de la pintura europea y norteamericana. Especial interés tiene su colección de pintura flamenca, las obras impresionistas o del expresionismo alemán, o las otras corrientes del siglo XX europeo como el cubismo o el surrealismo.
El Museo Nacional Thyssen – Bornemisza se ubica en pleno centro de Madrid, en el llamado triángulo del arte. A pocos metros del Museo del Prado, a 1 km del Reina Sofía, y casi contiguo al Congreso de los Diputados.
La entrada principal está en el Paseo del Prado, 8. No cuenta con aparcamiento, pero hay uno público en Plaza de las Cortes. Es perfecto para llegar en transporte público, como el metro, a través de la estación más cercana que es Banco de España, de la línea 2 (roja). O la parada de bus número 78 en Neptuno, que está justo enfrente, o por tren las estaciones de Atocha y Sol.
En su entorno, encontramos además otros puntos de interés como el Teatro de la Zarzuela, la Biblioteca Nacional, el Museo Naval o el Banco de España. El cercano Barrio de Madrid de las Letras es perfecto para tomar unas tapas en tascas tradicionales de la capital, con casi un siglo de tradición.
El Museo abre de martes a domingo de 10 a 19 horas, en horario continuo. Y los lunes de 12 a 16 horas. Y se puede visitar todos los días del año salvo el 1 de enero, 1 de mayo y 25 de diciembre.
Si bien las exposiciones temporales, eventos o actividades, pueden tener otros horarios que se prolonguen hasta las 22 horas.
Las entradas se pueden comprar online para visitarlo por libre, o en otras opciones de recorridos guiados, o también a través de las taquillas del museo, de manera presencial.
El coste de la entrada general ronda los 13 euros, pero hay tarifas especiales para estudiantes, mayores de 65 años, desempleados, carnet joven, personas con discapacidad o grupos.
El recorrido por todo lo que tiene que ver el Museo Thyssen empieza en la segunda planta y se realiza de arriba abajo, a lo largo de las cerca de 50 salas que nos llevan por diferentes etapas de las artes pictóricas, principalmente. Autores alemanes, italianos y neerlandeses desde el siglo XV, pintura renacentista de autores célebres como Tiziano, Tintoretto o El Greco, y lienzos barrocos de artistas notables como Caravaggio, constituyen los primeros pasos en la visita.
Hay un buen elenco de pintura flamenca situada en las salas 19 a 21, así como diversos autores de los siglos XVII y XVIII, que nos llevan hasta corrientes como el impresionismo y postimpresionismo. Esta estética está presente en obras situadas en la segunda planta, salas 32 y 33, que muestran trabajos de Monet, Van Gogh o Gauguin.
La parte dedicada a las vanguardias del siglo XX, con la eclosión de corrientes que pasan por el surrealismo, cubismo, dadaísmo, etc. con exponentes de interés como Kandinsky, Picasso, Mondrian o la muestra actual de vanguardias ucranianas de 1900 a 1930.
Por último no dejéis de asomaros a la Colección Carmen Thyssen, en la planta baja, saliendo a la derecha, y que corréis riesgo de olvidar si ya lleváis un rato y estáis cansados o porque puede pasar algo desapercibida. Cuenta con una buena muestra de pintura italiana, flamenca y paisajes de los siglos XVII a XIX. Además de autores relevantes del siglo XIX como Kandisky, Picasso, Braque, Sisley, Corot, etc.
El tiempo para visitarlo se estima en 2-3 horas aproximadamente. Y os recomendamos ir con tiempo, o incluso parar a descansar, para disfrutarla con la calma que requiere.
Si os contamos qué ver en el Museo Thyssen no podemos olvidar comentaros que cuenta con guardarropa gratuito, opción muy interesante para ver la colección de forma confortable, cafetería restaurante, servicio de audioguías, tienda e incluso sala de lactancia.
El jardín exterior cuenta con bancos y zonas de descanso al aire libre, y el acceso y circulación es totalmente accesible a personas con sillas de ruedas o carritos de bebé.
Si vais con niños al museo, es de utilidad saber que es un museo tradicional al uso, es decir, salas con cuadros y ningún elemento interactivo o informativo salvo la información de cada cuadro.
De este modo, conviene que trabajemos con ellos previamente lo que se va a ver y cómo deben comportarse, pues además la vigilancia es permanente y es fácil que llamen la atención. En este punto os recomiendo una visita rápida con ellos, ver los cuadros seleccionados y a la salida que pinten o reflejen su experiencia de algún modo en un cuaderno, o dejarles hacer fotos para que estén entretenidos y luego poder revisar el material con ellos.
También existe la opción de alguna de las actividades que organiza periódicamente el museo para familias, con material específico y personal técnico para guiarlas.
La colección y su historia es otra de las cosas que ver en el Thyssen, pues fue iniciada por el primer varón desde 1926, y ampliada por Hans Heinrich, que la amplió y la abrió al público en Villa Favorita.
Él buscó una nueva ubicación que finalmente acabó por traer el conjunto a España, decisión en la que tuvo relevancia la figura de la baronesa Tita Cervera.
En 1992 abrió aquí al público por primera vez, y ya en los años 90 lo compró el estado español para convertirlo en museo nacional.
Booking.comLa sede del museo está en el Palacio de Villahermosa, un edificio del siglo XVIII reformado en estilo neoclásico, y que mantiene únicamente sus fachadas, pues el interior fue totalmente modificado ya en usos anteriores. El arquitecto Rafael Moneo fue el encargado de adaptar el edificio al nuevo uso como museo.
A él se incorporaron posteriormente los dos edificios anexos de la familia Goyeneche, que sirvieron para ampliar las instalaciones y aportar nuevos espacios con obras que ver en el Museo Thyssen, uno de los más visitados de la capital.
