Nos perdemos por la parte más occidental de Asturias para hablar de qué ver en Castropol, un pueblo que conocemos bien desde la niñez, y que hemos explorado casi cada año desde entonces. Para muchos puede ser un gran desconocido, pues es un lugar muy tranquilo, pero tiene una historia vinculada a lo naval bastante interesante.
Un paseo por este rincón, asentado en la ría que conforma el Eo en su desembocadura, nos permite descubrir un pasado histórico muy rico, bellísimos rincones que miran a un entorno que es Reserva de la Biosfera, y algún que otro secretillo.
Casi al fondo de la ría conformada por el Eo podemos ver esta población, capital del concejo del mismo nombre. La silueta de su casco urbano recortado sobre las verdes montañas de La Bobia es reconocible cada vez que miramos a esta bellísima ría que compartimos gallegos y asturianos.
Enclavado en la desembocadura del Eo, que separa Galicia de Asturias, Castropol es un pueblo marinero de apenas 3.800 habitantes que se alza sobre una península algo elevada. A lo lejos, es bien conocida la silueta del pináculo del campanario de su iglesia.
Para llegar, desde la autovía A8 dirección Asturias, nada más cruzar el Puente de los Santos desde Galicia, o antes si vamos en el sentido contrario, hay un desvío a Castropol.
En el casco urbano no es sencillo aparcar. Lo ideal es dejar el coche en los alrededores de la propia nacional, donde hay varios aparcamientos junto a los restaurantes que hay en la entrada del pueblo, o bien en la zona del puerto, sobre todo en fechas veraniegas.
Cuando baja la marea, casi parece que se podría llegar caminando desde Figueras a través de los bancos de arena ubicados en el centro de la ría aunque en realidad lo que vemos es fango y zonas intermareales.
Y es que esta zona está declarada reserva de la Biosfera junto con otros concejos de esta comunidad como son Castropol, Vegadeo, Taramundi, San Tirso de Abres, Villanueva de Oscos, Santa Eulalia de Oscos y San Martín de Oscos.
El puerto pesquero de Castropol merece una visita, desde el amanecer hasta el último rayo de sol se puede pasear por su contorno casi a pie de ría y contemplar enfrente el pequeño pueblo asturiano de Figueras y, en la parte gallega, Ribadeo.
Hay varios restaurantes con terrazas en los que se come muy bien o simplemente se puede tomar algo abajo a ras de ría. Si vas con ánimo de pícnic y la época del año lo permite, hay varios merenderos tanto en las playas de Arnao y Penarronda como en la entrada del pueblo, en una zona verde junto al aparcamiento.
Pero para conocer Castropol es imprescindible perderse calles arriba por el pueblo, donde hay algunas escaleras, pero se puede ir buscando zonas más accesibles si simplemente rodeamos el pueblo por su puerto, o seguimos la carretera. Fue declarado conjunto histórico en 2004.
En la parte más alta está el parque, denominado Vicente Loriente. Es pequeño pero tiene mucho encanto y cuenta con una pequeña zona infantil. Allí mismo está la Casa de la Cultura que alberga la biblioteca y ocupa el edificio del antiguo Casino-Teatro.
Pero Castropol cuenta con varios edificios históricos de gran relevancia dentro del municipio, por antigüedad, cabe destacar la iglesia más antigua del municipio, del siglo XV, una capilla dedicada a Santa María del Campo y que resistió al incendio que asoló la villa en 1587.
Uno de los alicientes de perderse por el casco histórico de Castropol es descubrir sus vistas a la ría, un auténtico cuadro en cualquiera de sus rincones. En el de la Mirandilla, vemos Ribadeo y Figueras, los otros dos pueblos del paisaje urbano de la ría de Ribadeo.
Además, en muchos puntos del centro se han instalado placas con la historia, e incluso frases, citas literarias u objetos históricos de personajes de la localidad, como Fernando Villaamil, marino y héroe de la guerra de Cuba, que estudió en la Escuela de Náutica de Ribadeo y escribió diferentes libros.
Buena parte del atractivo de esta población, es poder ver sus castillos, casas y casonas. El legado de los indianos que volvían con fortuna de América y construían suntuosas casas es buena muestra de ello, pero también algunos castillos, como la fortaleza sobre la que se asienta la casa consistorial, o el Palacio del Marqués de Santa Cruz (s. XVII-XVIII), un pazo barroco con vistas a la ría y torre almenada.
En el interior del Peñamar, un restaurante con fama y trayectoria de la localidad, está otra de las cosas que ver en Castropol y que probablemente os sorprenderá. Se trata de un conjunto de objetos antiguos relacionados con lo naval que podéis ver en el bar.
Antiguas máquinas registradoras, objetos decorativos de barcos, antiguas radios, fotografías y sobre todo relojes. Si entráis simplemente a tomar un café o un vino podéis echar un ojo. También de camino al comedor si vais a probar su menú. En cualquier caso, merece la pena asomarse a conocerlo.
Si quieres ver la ría en un entorno natural existe una senda entre Castropol y Figueras que son unos 8 kilómetros ida y vuelta.
Está bien señalizado desde el casco urbano. Se toma una senda que arranca por una pasarela de madera y sigue bajando hasta una playa de piedras en el lugar conocido como La Linera. Si seguimos la senda hacia Figueras veremos las torres de Donlebún y enlazamos con esta ruta por Castropol con niños.
De camino podemos ver un antiguo molino de marea en ruinas y unas vistas sobre la ría que merecen la pena. Es bastante accesible aunque en algunos tramos el camino se estrecha algo pero no es difícil y es adecuada para ir con niños, al menos un tramo, en función de la edad y lo que puedan caminar.
El centro de interpretación de la ría del Eo y está ubicado en la antigua fábrica Serrasa y es otra de las propuestas de cosas que ver en Castropol. Se accede saliendo del casco urbano por la nacional 640 en dirección a Vegadeo.
Hay que desviarse a la derecha junto a una parrillada y un concesionario Ford. En el centro alquilan también bicicletas eléctricas para recorrer la reserva de la biosfera del Eo.