Seguir el curso de los ríos y su aprovechamiento y usos ancestrales es toda una experiencia que también educa. Ya sabéis que nos encanta alimentar esas pequeñas cabecitas, así que os llevamos de paseo por un rincón bastante desconocido como son los Muíños da Pedrachán o el Ponte da Traba. Un paseo por molinos de Noia recientemente rehabilitados y un poco de emoción para esos peques incansables.
Que Noia tiene rincones fantásticos para una escapada con niños no es ningún secreto. Una villa pequeña, un espacio central de juegos como es la alameda y los jardines Felipe Castro, decimonónica, embaldosada y flanqueada por palmeras, y un casco antiguo lleno de secretos históricos como la Quintana dos Mortos.
En su día os hablamos de otra ruta similar también centrada en molinos por la localidad de Betanzos, la ruta del río Pelamios. Pues bien en esta localidad de las Rías Baixas a la que hoy os llevamos tiene también una ruta recientemente recuperada y puesta en valor que nos enseña cómo el agua servía para moler cereal, alimentar lavaderos de ropa o como punto de interacción social.
Este curso fluvial nace en las montañas en el concello de Lousame y recorre unos 17 kilómetros hasta desembocar en la ría de Muros e Noia. Desde el centro histórico de la localidad, encontramos ya señalizada esta ruta que nos lleva por una veintena de molinos de Noia, un espacio recuperado para el paseo y un importante patrimonio etnográfico.
Además de estos ingenios hidráulicos preindustriales, que podemos visitar con el apoyo de los paneles informativos instalados en la ruta, encontramos lavaderos y zonas de clareo y secado de la ropa, canalizaciones, presas y espacios de descanso junto al río.
Si quieres visitar esta zona de Noia puedes partir del entorno de la pasarela entre el Malecón y la rúa do Espíritu Santo. Puedes buscar aparcamiento en las inmediaciones y caminar junto a la ría desde su desembocadura hasta ver el panel de inicio de la ruta.
Más o menos donde antaño se reunía la gente del barrio a charlar mientras trabajaban, ahora encontramos bancos y miradores en torno a estos molinos de Noia. La nostalgia de aquellos tiempos se transmite aún en sus caminos y también nos lo pudo contar sobre el terreno una noiesa que por allí paseaba cuando lo visitamos.
Pedrachán era un barrio extramuros de la antigua ciudad medieval de Noia, y en sus calles se asentaba toda una actividad organizada en gremios como el curtido de cueros, carpinteros, toneleros o canteros. Estos oficios generaban un entorno ruidoso que se asentaba en los arrabales, aprovechando estos canales de agua. También en el barrio de A Chaínza encontramos las ruinas de una antigua fábrica de curtidos.
Un cruce medieval de piedra sobre el río Traba un poco más arriba, al final de la Corredoira Luis Cadarso Rey. Construido en el transcurso de la antigua calzada romana Per Loca Marítima o Vía XX, del siglo XV y construido sobre otro paso anterior.
Tiene cuatro arcos, tres ojivales y uno de medio punto. Y además de ver antiguos artefactos hidráulicos en sus inmediaciones, aquí arranca una ruta que nos lleva hasta la aldea de Xei, como se puede leer en este reportaje de La Voz de Galicia.