¿No os encantan los lugares naturales para ir con vuestros hijos a hacer pequeños descubrimientos? A nosotros sí, y por eso desde que supimos de este lugar, muy cerca del Cañón de Río Lobos, no hemos parado hasta visitarlo. Hoy os llevamos a un lugar poblado de gnomos y hadas, un bosque para ir con niños y pasar el día entero respirando aire puro.
Este verano hemos estado visitando algunos parques naturales y rincones de gran belleza entre La Rioja y Castilla y León y, casi por casualidad, nos encontramos cerca de este idílico lugar, al que acuden muchas familias a buscar a los 35 seres que habitan entre los árboles del bosque.
Al igual que en una isla de las Rías Baixas se ha instalado una pequeña comunidad de «grobbits» a vivir bajo los árboles, un lugar mágico del que ya os hablamos por aquí, también en una localidad cercana al Parque Natural del Cañón del Río Lobos se ha instalado la magia.
Al principio fue una iniciativa particular anónima, pero su fama fue creciendo y hoy podréis encontrar este lugar señalizado en la carretera nacional 234, entre las ciudades de Soria y Burgos, aunque pertenece a la primera provincia. Muy cerca hay un área de autocaravanas y piscinas.
Esta villa «serrana y pinariega», como así se define en la web municipal, está a más de mil metros de altitud, posee una naturaleza increíble y muchos alojamientos y servicios para familias en busca de naturaleza y tranquilidad. Buen ejemplo de ello es este bosque para ir con niños que suele estar bastante concurrido.
Aunque los nuestros ya son un poco mayores para creer en seres de fábula, cualquiera se hace niño correteando por este lugar. Y es bonito ver la cara de sorpresa de los más pequeños buscando a estos pequeños habitantes del bosque.
Para llegar al Bosque Mágico debéis acercaros a San Leonardo de Yagüe, y en las afueras de esta localidad y, junto a la gasolinera Repsol, tomar la calle Navacastellanos. La seguiremos hasta internarnos en el bosque, y a uno o dos kilómetros veremos un cartel y un pequeño aparcamiento que señaliza el bosque mágico.
También se puede ir andando o en bicicleta, pues dista poco más de un kilómetro del centro de la villa. En cualquier caso podéis llevaros hasta la comida porque hay un par de mesas para comer y barbacoas.
Junto al puente de acceso al lugar, decorado con motivos vegetales encontraréis un censo de los 35 habitantes de este singular bosque. Los nombres son de lo más creativo como «Puente sobre el río Guay», «Gnomolestar» o celtas pelendones.
Booking.comPequeñas casas al pie de los árboles o colgados de ellas. Las hay que forman auténticas villas de veraneo, o modestas chozas, todas con materiales naturales. Algunos de sus habitantes estaban de vacaciones así que no los pudimos ver.
Lo que sí es importante si vais con los peques a este lugar es que les enseñéis a no deteriorarlo, porque es una auténtica pena no cuidar un bosque para ir con niños como este, ya de por sí muy bonito, y más con estas pequeñas obras de arte que, como es lógico, son para ver pero no tocar.