Esztergom es la última sopresa que encontramos en nuestro periplo por el Danubio húngaro. Una ciudad de 28.000 habitantes que vive tranquila junto a la tercera iglesia más grande de Europa. Es la sede de la iglesia católica en Hungría, está coronado por una altísima cúpula y la verdad es que aparcar a sus pies y mirar para arriba es una imagen que no es fácil de olvidar. Recorremos este rincón entre los pueblos del Danubio para desvelaros los lugares más interesantes y las excursiones y visitas que podéis hacer.
Si te acercas a Eztergom en coche enseguida divisarás su centro neurálgico. Para visitarlo, hay un parking habilitado a los pies del enorme castillo, coronado por su imponente basílica. Se paga una pequeña tasa, al entrar el guarda te da un ticket y al salir pagas una cantidad fija, algo más de un euro y medio, al margen del tiempo que hayas estado. Una vez aquí puedes subir caminando a través del jardín o unas escaleras, o bien entrar en las antiguas bodegas arzobispales que hay bajo el castillo y tomar el ascensor. Nosotros lo visitamos a media tarde y nos tomamos un café (2,12 euros el caffe late) solo por ver el sitio que es impresionante.
Una vez arriba puedes ver los jardines y el templo de estilo neoclásico. La entrada sin la cúpula, pues son 400 escaleras y ya nos fallaban las fuerzas, pero con la cripta, que es bastante chula, cuesta unos 60 céntimos por persona. En los sótanos de esta Catedral de San Adalberto de Esztergom están enterrados algunos arzobispos húngaros. Las vistas sobre el Danubio, justo donde limita con Eslovaquia unida con esta ciudad por el puente María Valeria, del siglo XIX, son impresionantes por la altura a la que está construida la basílica y sus dimensiones.
También forma parte del conjunto el Castillo de Esztergom, que abre de 10 a 18 h, y hasta las 16 h en invierno, excepto los lunes que está cerrado. Hay visitas guiadas por lo que fue el palacio arzobispal donde se ven salas del siglo XII al XVI, y algunas exposiciones temporales. Atravesando el jardín bajas de nuevo al aparcamiento, y de aquí a un kilómetro más o menos está la plaza del ayuntamiento y el pequeño Danubio, un canal que bordea el casco antiguo de la ciudad.
Te encantará recorrer todo el centro porque está lleno de mansiones, algunas casi en estado de ruina, edificios barrocos y estatuas conmemorativas. Al atardecer, la plaza Szechenyi se llena de vida y en verano sus terrazas son más que apetecibles.
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