Nos habían contado que los parques infantiles en Malmo son una pasada así que, aprovechando el viaje a Dinamarca, decidimos cruzar el famoso puente de Oresund y visitar la ciudad sueca de Malmo. Castillos, estructuras de colores llamativos, camas elásticas y muchas opciones de diversión al aire libre, porque en estos países del norte de Europa aprovechan hasta el último rayo de sol para que los peques jueguen fuera de casa.
Asesorados por María, una mamá coruñesa en Malmo, nos dispusimos a buscar los parques más destacados de esta ciudad que tiene en la actualidad algo más de 340.000 habitantes. No solo en estos espacios infantiles, sino en cualquier rincón de la ciudad puedes estar tranquilamente con niños, comprar con ellos o comer con ellos. Además verás por todos los rincones carritos para llevarlos al cole, o remolques para bicis y sillitas infantiles.
Nosotros aparcamos sin problema en las inmediaciones de estos parques o en cualquier punto de la ciudad poniendo el correspondiente ticket y abonando las horas necesarias. Se puede pagar con tarjeta de crédito y no es demasiado diferente a España, salvo por el idioma, aunque en las máquinas puedes seleccionar inglés como lenguaje. El coste fue de algo más de 1 euro por una hora, algo menos de 10 coronas suecas.
Sin duda uno de los pulmones verdes de la ciudad. Tiene dos zonas de juego muy chulas, además de amplias sendas para caminar o correr, un lago, un gran espacio verde central sin árboles, otras esculturas y juegos de llamativos colores y zonas deportivas y biosaludables.
Está muy cerca de Gamla Kyrkogarden, el viejo cementerio de la ciudad que alberga un bonito espacio verde. Justo enfrente, detrás de la Stadsbiblioteket está el parque infantil.
Es un espacio muy original, con barras para deslizarse hacia abajo en forma de espiral, colinas de colores y grandes flores y mariposas para trepar. Los peques se pasaron un buen rato allí derrochando energías.
Muy cerca del célebre Turning Torso está Varvsparken, el parque de los toboganes gigantes. Una especie de esfera amarilla con altísimos tubos tobogán que son un auténtico reto de riesgo controlado. Este es precisamente uno de los puntos más turísticos de la ciudad, pues el rascacielos diseñado por Santiago Calatrava es la torre más alta de Escandinavia, y tiene una impresionante estructura retorcida que es ya un emblema de la ciudad.
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