Este pequeño paraíso se encuentra en la parte más escondida de la Ría de Vigo, en la Ensenada de San Simón. En este lugar se instaló una factoría de obtención de sal en el siglo XVII, pero su entorno conforma un espacio natural de gran valor y que acoge a un buen número de aves. Las Salinas do Ulló y su entorno se recuperaron en 2007.
El concello de Vilaboa, en las Rías Baixas gallegas, tiene varios rincones muy recomendables si hacéis turismo por la zona. Uno de ellos es Lago Castiñeiras, del que ya os hemos hablado aquí, y otro es precisamente todo el entorno de las antiguas Salinas do Ulló, a donde hoy os llevamos.
Bordeando la ría de Vigo nos metemos de lleno en la Ensenada de San Simón, unas aguas que sirvieron de refugio para muchos barcos desde la antigüedad, pero también acogieron una de las batallas más célebres de la costa gallega: la batalla de Rande, en el siglo XVIII.
En este entorno se habían instalado unas salinas en el momento histórico de la guerra con Portugal. La ciudad lusa de Aveiro era uno de los principales productores, y España necesitaba autoabastecerse. La industria de obtención de sal se encargó entonces a los Jesuítas de Pontevedra, y se organizó de forma artesanal, aprovechando la marea y dejando secar la sal hasta poder obtenerla.
Se accede dejando la AP-9 en las inmediaciones de Vilaboa (Salida 137 si vienes de A Coruña o la nacional 554 si vienes de Vigo después del Puente de Rande). Se puede llegar por una carretera que va desde el centro urbano de Vilaboa o bien desde Paredes, en la Nacional 550. Lo más sencillo es buscarlo en Google y seguir las indicaciones.
El río Verdugo conforma en su desembocadura en la Ría de Vigo estas marismas de gran valor natural. Numerosas aves aprovechan estas zonas de humedal y en la laguna conformada por el molino de mareas instalado en el siglo XIX y que aún puede verse.
Hay un aparcamiento donde puedes dejar el coche, junto al mismo encontrarás paneles explicativos y un espacio biosaludable. Si comienzas a caminar por la senda hacia el molino de mareas puedes ver un paisaje increíble y verte rodeado por gaviotas, patos, cisnes y aves de litoral.
La excursión es perfecta si os lleváis prismáticos y cámara de fotos, para poder esconderos entre los juncos y plantas de las marismas y observar a las aves. Hay algunos bancos en la zona donde podéis sentaros a tomar un bocata con vistas a las marismas y bajo la sombra.
Más adelante verás señalizada la senda de la antigua Granxa das Salinas, un edificio perteneciente a los propietarios de la propia factoría, que yace abandonado y tomado por la vegetación. Hay un mirador cruzando sobre el muro del molino, de unos 340 metros.
Booking.comDesde el aparcamiento, a menos de un kilómetro, llegaremos hasta el molino de mareas y encontraremos las ruinas de la antigua granxa. Se puede entrar y caminar por el espacio entre sus parecedes y estancias, incluso en algún punto subir al segundo piso.
Es increíble la conservación de una estancia con enorme lareira, y otra que parecen las cocinas, el horno. También se ven los restos de una antigua capilla y la casa de los caseros. Retomando camino volvemos fácilmente al aparcamiento.
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