Hay sitios que te gustan de un modo especial y éste rincón perdido es uno de ellos. Dos o tres excursionistas, caminos que llevan a ninguna parte, una naturaleza exhuberante y mucha soledad. Lo que fue una central hidráulica moderna se ha quedado en el arcén de la industria, en el corazón de un parque natural. Una buena visita y una masterclass para los más pequeños.
Si cruzas el puente y bajas hacia la nueva central, de los años 50, puedes rodearla y tomar un sendero que discurre junto al río. A los niños les llamarán la atención las enormes torres con los cables de la luz y quizá les guste escudriñar por los ventanucos del edificio.Siguiendo las indicaciones de los planos, puedes hacer la ruta de A Ventureira, de 3.200 metros y una hora de duración. Eso si la expedición se anima.