Las conexiones aéreas propician la realización de viajes cortos por ciudades en parte desconocidas de Europa como una escapada a Bolonia. Pues bien, no perdáis de vista este destino eminentemente universitario porque tiene una historia apasionante y aún puedes recorrerlo entre estudiantes y población local, pues no es excesivamente turística.
La capital de la región de Emilia – Romaña tiene casi cuatrocientos mil habitantes, y está a un paso de la Toscana, de hecho nosotros aprovechamos las conexiones por tren para movernos a esta zona. Pero hay una cosa que nos pesó y fue no dedicar más tiempo a esta fascinante ciudad.
Nuestro monarca allá por el siglo XVI, Carlos V, fue coronado en la catedral de San Petronio, en el corazón de la ciudad, y se considera que su universidad fue la primera de Europa. Pero además Bolonia es de las ciudades con más soportales de Europa, unos 40 kilómetros en total, lo cual es una ventaja si lo visitáis en días de lluvia o de mucho calor.
Uno de los lugares que queríamos visitar y resulta fascinante es el complejo de las siete iglesias que conformaban Santo Estéfano, de las cuales se visitan cuatro templos románicos. A unos 600 metros de la Piazza Maggiore de Bolonia encontrarás este conjunto que seguro que os va a sorprender.
Booking.comOriginariamente se trataba de un espacio dedicado a Isis, pero posteriormente se cristianizó y en el lugar fueron levantándose templos desde el Santi Vitale e Agrícola, del siglo VIII, a la Trinitá (siglo XIII), y pasando por el Santo Sepolcro, la iglesia del Crocifisso o el Cortile di Pilato.
El lugar, ubicado en la calle Santo Estéfano 24, abre de 9:30 a 12:30 horas y por las tardes de 14:30 a 19 h. Se puede visitar con guía pero también por libre, el acceso es gratuito como la mayoría de los museos de la ciudad.
Y siguiendo con las sorpresas para vuestra escapada a Bolonia, uno de los espacios más venerados por el turismo, lo que posiblemente ha originado que comenzaran a cobrar la entrada (en nuestra guía ponía que era gratuito pero nosotros pagamos 3 euros por persona).
Pero al margen de su coste, el lugar no tiene precio, se traba a de una sala conservada en el Archiginnasio, un edificio del siglo XVI y repleto de escudos de armas de los antiguos estudiantes ilustres del complejo. El lugar fue dañado durante el bombardeo a la ciudad de 1944, en la Segunda Guerra Mundial.
En ella se realizaban las disecciones de cuerpos para aprender anatomía, y por eso en su centro vemos una gran mesa, rodeada de gradas donde tomar apuntes. Está a un paso del corazón de Bolonia, junto a la plaza mayor y la catedral de San Petronio, con acceso por la Plaza Galvani.
El templo de San Petronio es una iglesia de grandísimas dimensiones, un ejemplar muy destacado del gótico italiano, y alberga nada menos que 22 capillas en su interior. El proyecto incluía otra nave pero el Vaticano tomó cartas en el asunto, para impedir que esta iglesia superara en dimensiones a la basílica de San Pedro.
San Petronio cuenta con tres naves, la central más alta, y un ábside en la cabecera, donde encontramos un baldaquino de Vignola. Una de sus curiosidades, es el rayo de sol que entra a mediodía por un ojo creado en el techo y cae sobre un reloj creado por el astrónomo Cassini.
Pero la basílica acoge otros tesoros que podemos encontrar como obras de Filippino Lippi, las reliquias de San Petronio, dos órganos monumentales, esculturas de Jacopo della Quercia o frescos de Giovanni da Módena.
La verdad es que en Bolonia, como buena ciudad universitaria, encontraréis muchos lugares donde comer o tomar algo. Precisamente a un paso de San Petronio, buen ejemplo de ello es el Mercato di Mezzo, un lugar donde comprar alimentos pero también en el que se pueden degustar estos productos. Si preferís restaurante, nosotros comimos genial en el Buca San Petronio, en un lateral del edificio, en los soportales.
Siguiendo con las recomendaciones gastronómicas para vuestra escapada a Bolonia, os podemos recomendar también, en la zona de compras, donde se sitúan las firmas más conocidas de moda y calzado, La Finestrella.
Y si queréis degustar vinos de la región, como el Valpolicella, que describen los expertos, encontraréis bares de estética tradicional muy interesantes, como el Fabrik o el Roxy Bar, con terraza cubierta en la galería de Vía Rizzoli.