Este rincón de Euskadi tiene sabor a modernidad, eclecticismo y paseos junto al río. Una industria que creció al calor de esos kilómetros navegables y de antiguos edificios cuya tradición hoy embellece la ciudad. Bilbao es una urbe cosmopolita entre altísimas montañas, es la vanguardista silueta del Guggenheim, pero es mucho más que esto. Este verano decidimos volver a una ciudad que nos inspiró, pero esta vez con peques, así que por aquí os contamos todo lo que podéis recorrer y visitar si os decidís por una escapada a Bilbao con niños.

Salir de las entrañas de la tierra en la estación de Abando, tras realizar un trayecto en el metro diseñado por Norman Foster, y ver la fachada del teatro Arriaga o de la estación de la Concordia, es no poder olvidar nunca la estampa de Bilbao. Justo enfrente de este edificio neobarroco de 1890 encontraréis un flamante parque infantil con algunos juegos bastante peculiares como un tronco-columpio, muchas estructuras para trepar y colgarse además de un enorme tobogán. También cuenta con un columpio adaptado. El kiosko del Arenal y un paseo con bancos junto a la orilla del río completan el conjunto de este jardín del Arenal.

Pintxos y casco viejo

Pero uno de los lugares imprescindibles de Bilbao es la zona antigua, salpicada de edificios góticos y renacentistas, y también de los tradicionales bares típicos de esta irresistible tierra. En cuanto se acerca el mediodía las barras se llenan a rebosar de originales tapas que van de lo más autóctono al bocado más vanguardista y elaborado.

La plaza nueva (Plaza Berria), la catedral de Santiago de Bilbao o la fuente del perro (Txakurraren Iturria). Un paseo por calles comerciales con sabor antiguo y modernas marcas de diseño. Los turistas frecuentan la zona, especialmente en esta temporada vacacional, pero es siempre una zona llena de vida y totalmente renovada. Una visita imprescindible es el Mercado de la Ribera y este tramo a la orilla del río Nervión.

Funicular y puentes

Siguiendo el curso de la ría verás el parque de Areatzako Pasealekua, y continuando por el Campo de Volantín el Pasealekua llegamos a otro parque infantil en el que hacer otra parada técnica. Está a la altura del hotel Conde Duque, y permite ver el espectacular puente Zubizuri y a lo lejos ir intuyendo el majestuoso Guggenheim. Si te internas por Mugica y Butrón Kalea llegarás directo al funicular de Artxanda, del que ya hemos hablado aquí, porque es un plan muy recomendable para hacer con niños y ver vistas panorámicas de la ciudad.


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El siguiente tramo hasta el puente de la Salve, al que podemos subir por un ascensor gratuito, nos lleva directamente al punto más turístico de Bilbao. Centenares de personas se agolpan en esta zona para ver la enorme mole plateada de Frank Gehri, que acoge un museo de arte pero sobre todo a riadas de turistas, artistas callejeros, curiosos y bilbainos. Delante del Guggenheim está la enorme escultura de flores del Puppy o cachorro, otro emblema de la ciudad y también de lo más retratado.

Parques y museo

De aquí para adentro nos metemos de lleno en el ensanche, con calles trazadas en cuadrícula y edificios de la primera mitad del s.XX. Esta es zona también de hoteles, restaurantes y oficinas. El jardín de la República de Abando, con su parque infantil casi a la orilla del río, a ambos lados de la avenida y cerca del Guggenheim. La Euskadi Plaza y, casi a continuación, el parque de Casilda de Iturrizar, con su espacio infantil en una de las esquinas, junto a Teófilo Guiard Kalea.

Este agradable paseo por este gran parque de la ciudad nos lleva a la Plaza del Sagrado Corazón de Jesús, donde ya nos topamos con el Museo Marítimo Ría de Bilbao, una de nuestras elecciones en la ciudad y que resultó estupendo para visitar con niños, pues está bastante orientado a ellos como ya hemos contado en el blog. De Bilbao te vas con pena, porque no has tenido suficiente Euskadi, así no pasarán muchos meses antes de volver por allí, o eso esperamos, porque nos pareció sin duda una de las capitales del momento.