Seguro que recordáis las inyecciones de cristal que había que esterilizar al fuego, habéis visto planchas de carbón o recordáis los antiguos ultramarinos en vuestra niñez. Además de rememorar todo esto y otras tantas cosas de tiempos de vuestros padres y abuelos, el Museo Etnográfico de Grandas de Salime con niños es un plan fantástico para cualquier finde de invierno o primavera.
Grandas de Salime está en la parte más occidental de Asturias, a pocos kilómetros de San Martín de Oscos, bajando desde Vegadeo. También se puede ir tomando desde Navia por la carretera que va a Boal o desde A Fonsagrada, ya que está muy cerca, aunque por esta última ruta no sé cómo está la carretera.
En el centro del pueblo, junto a la colegiata y el Ayuntamiento, hay una señal ya que indica hacia el museo. Se aparca bien en la carretera o más abajo. El acceso ya sorprende, pues se entra por una especie de pórtico como el que solía haber en las granjas o casas de campo. Pero aún en ese momento no serás consciente de todo lo que puedes ver allí.
La visita empieza por la lareira, la habréis visto mil veces pero en esta no falta ni un utensilio pues hay hasta una máquina para hacer fideos o una lavadora manual hecha con una barrica de madera. Después las camas con antiguos procedimientos para calentar como braseros o botellas de agua caliente, las palanganas y labavos, antiguas bañeras y cunas, la sala de tejer, la bodega, el hórreo o cabazo, el pozo de agua y el molino en funcionamiento.
Pero las sorpresas no acaban ahí porque hay talleres con toda clase de artilugios antiguos de diferentes oficios como zapatero, barbero, herrero, dentista, oculista, cartero, agricultor, telefonista, sastre, cazador y pescador, apicultor, molinero, etc. Os sorprenderá y a los niños seguro que también la tienda, la cantina, la escuela, la fábrica de gaseosas, el hospital, la cocina o la capilla.
El Museo tiene más de once mil objetos y sería imposible enumerar aquí todo lo que podréis ver tanto en las zonas interiores como exteriores. Pero merece la pena desplazarse a visitarlo porque además tiene un amplio horario de apertura tanto en invierno como verano, de mañana y tarde salvo el domingo, y los lunes que está cerrado.
La entrada cuesta 1,50 para los adultos, treinta céntimos los niños hasta doce años y gratis los menores de cinco años. El personal del museo es el más amable que he visto en mi vida en un espacio de tipo cultural, te van guiando toda la visita, si quieres, y están muy pendientes de cualquier aclaración que necesites.
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