Hacemos capítulo aparte en Cangas del Narcea para hablar del Monasterio de Corias y su iglesia porque tuvimos oportunidad de visitarlo y nos pareció un lugar increíble. Si te gusta el arte y la historia es posible que este sitio te impresione.
Junto al río Narcea, a dos o tres kilómetros de su capital, está este lugar denominado el Escorialín Asturiano y ocupado desde 2013 por un Parador de Turismo. Se puede visitar la iglesia y, si te alojas en el parador, la biblioteca y otras estancias del edificio, en el que aún habitan tres monjes predicadores.
La visita guiada a la iglesia puede hacerse de lunes a sábado a las 11 h y a las 19 h. Los niños no pagan y para los adultos el coste es de 3,50 euros y dura unos 45 minutos. Se ven la iglesia, con todos sus retablos, la sacristía y el claustro que forma parte del parador de turismo.
El origen de este monasterio está en el siglo XI aunque el edificio actual es del siglo XVIII. Está declarado monumento histórico artístico y conserva estilo románico y neoclásico. La portada de la iglesia está escondida dentro del edificio, que se reconstruyó de manera posterior tras un incendio originado en las caballerizas del monasterio. El influjo de este edificio como centro comercial esta muy vinculado al vino y a la miel.
Fue ocupado por monjes benedictinos y perteneció al reino de Castilla, como se refleja en su escudo en el retablo del altar mayor. Hay cierta controversia sobre si los restos que reposan en el altar mayor, en el sepulcro de la izquierda, pertenecieron al rey Bermudo I, que al parecer también están en la catedral de Oviedo.
Como curiosidades en la sacristía se conservan las figuras eliminadas del retablo mayor tras el cambio de orden religiosa, en una de las capillas laterales podemos ver un crucificado románico: el cristo de la Cantonada, célebre en la zona y que tiene una calavera a sus pies a la que es tradición popular llevar a los bebés de la zona y darles un croque para garantizar su inteligencia y salud mental. Y también llaman la atención las figuras burlescas que «sujetan» el peso de los balcones de los órganos del coro.
En el claustro del parador, que se puede ver libremente junto al resto de la planta baja, están las tumbas numeradas con dígitos latinos de los monjes que ocuparon el monasterio. En el jardín hay una araucaria traída de Chile por los dominicos.
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