A veces viajamos al fin del mundo para conocer un museo, y desconocemos otro que tenemos cerca de casa, o en una ciudad que hemos visitado. Por eso queremos adentrarnos en esta publicación en todo lo que podemos encontrar en el Museo das Mariñas de Betanzos, un espacio que atesora diferentes elementos históricos y etnográficos de toda su comarca.
El antiguo monasterio de Santo Domingo, ubicado en la Plaza García Hermanos, centro neurálgico de la ciudad de Betanzos, acoge este museo que además cuenta con biblioteca y archivo. En el edificio están además el centro municipal juvenil, el teatro Alfonsetti, que llegó a convertirse en la sala de cine más antigua de España, y el propio templo del monasterio.
La visita empieza en el claustro, donde vemos las antiguas estancias monacales de esta fundación llevada a cabo por Antonio González de Sosa en 1558 y dotada entonces con 16 frailes. El edificio fue construido entre los siglos XVI a XVIII, de esta última etapa es su torre barroca, que vemos asomar tras el edificio, y es el lugar desde donde se lanza cada año el popular globo de Betanzos.
A lo largo de su historia tuvo diferentes usos, por ejemplo contó con estudios de Filosofía y Cátedra de Teología. Después de la Desamortización de Mendizábal quedó para usos públicos, y aún fue cárcel, estuvo ocupado por las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia, fue Cuartel de la Guardia Civil y también fue instituto.
En 1983 se abrió como museo, culminándose su restauración diez años después. En su planta baja y primer piso completo, se atesoran y exponen al público diferentes elementos con valor histórico, artístico y etnográfico, muchos de ellos donados por vecinos, de diferentes rincones de los concellos de Aranga, Coirós, Curtis, Irixoa, Miño, Oza-Cesuras, Paderne, Vilarmaior, Vilasantar y Betanzos.
Uno de los puntos de partida para aproximarse a esta ciudad y su histórica provincia del antiguo Reino de Galicia son sus mapas y maquetas. Del antiguo Castro de Unta, origen de la población aquí asentada, al traslado desde Betanzos O Vello de la población para construir la localidad medieval que hoy conocemos.
Y es que, como podemos ver en alguna de las fotos y antiguos mapas del museo, como el realizado tras el incendio de la ciudad en 1616, Betanzos tuvo muralla en todo su perímetro. Contaba con 5 puertas, de las cuales conservamos únicamente 3: la de A Ponte Nova, A Ponte Vella y la Porta do Cristo.
Aunque de todo lo referido a esta historia y su rastro os hemos hablado ampliamente en nuestra Guía de Betanzos, lo cierto es que es interesante saber que dentro de esas murallas estaban las tres iglesias góticas que la población conserva: Santa María do Azougue, Santiago y San Francisco. De esta última proceden la mayor parte de las piezas medievales que se custodian en el museo.
Una de las piezas que podemos ver en el museo es una réplica de una lauda funeraria nazarí encontrada en Santa María do Azougue. Formaba parte del altar y estaba del revés, así que paradógicamente se estuvo celebrando misa durante varios siglos sobre una piedra con alabanzas a Mahoma.
La pieza en cuestión es de un tío de Boabdil, y fue enviada a la Alhambra, de donde procedía antes de que, con la entrada de los Reyes Católicos, se le perdiera la pista a algunas de las obras de la etapa musulmana.
Hay expertos que han tratado de reconstruir su periplo y concluyen que se usó para cocinar en alguno de los barcos que formó parte de la Armada Invencible, que terminó arruinado o hundido en la ría de Betanzos o su entorno. Y como antiguamente se reaprovechaba todo, acabó en la iglesia de los comerciantes brigantina.
Los sepulcros de piedra medievales solían ser concebidos para estar en un lugar en concreto. En Betanzos nos encontramos varios de ellos, que por distintos avatares de la historia, aparecieron en otros lugares y ahora están en el Museo das Mariñas de Betanzos.
Hablamos por ejemplo de un comerciante brigantino, Afonso de Carvallido, y su mujer, Clara Sánches. Ambos poseen sendos sepulcros que en algún momento estuvieron en Santa María do Azougue pero, quizá por su participación en las revueltas irmandiñas, o por no ser nobles sino burgueses, fueron expulsados del templo y aparecieron fuera de la iglesia, usados como relleno.
Otro ejemplo de esta desmemoria aplicada a alguien es el de Sancha Rodríguez, primera mujer documentada de Fernán Pérez de Andrade. Aunque su sepulcro se concibió según los expertos para estar en la cabecera de la iglesia de San Francisco, el de su marido continúa en el templo pero el de esta mujer desapareció y fue encontrado, sin lápida y separada de los leones que quizá le servían de base, en el claustro del convento de Santo Domingo, donde fue usado como abrevadero para los caballos.
De toda la comarca y alrededores han recalado aquí piezas que muestran la amplísima historia que conserva esta zona. Castrexos, romanos o suevos pasaron por este noroeste penínsular dejando pedacitos de su historia y conformando la Galicia medieval.
En la planta baja del museo encontramos además un pelegrín del siglo XIV, con pelliza y báculo al estilo de las Cantigas de Alfonso X El Sabio, y que fue encontrado por una escuela taller encastrado en el muro de San Francisco. También un sepulcro procedente de la Espenuca, un santuario medieval posiblemente construido sobre otro anterior, y que entronca con la curiosa leyenda de la barra de oro que baja hasta el Pozo dos Mouros.
Al fondo del corredor encontramos dos aras romanas encontradas en Monfero y As Fervenzas (Coirós) y un sepulcro tardorromano que procede de Carral, además de otros elementos etnográficos como una colección de cestería, maquetas, y todo lo relacionado con el vino de Betanzos.
Una de las joyas del museo es el apostolado atribuido a la Escuela de Rubens que encontramos en la segunda planta. Se trata de 12 retratos, más el del Cristo, que además conserva su marco original. Este conjunto, habitual entre finales del Renacimiento y Barroco en muchas sacristías o edificios religiosos, procede del antiguo Hospital de San Antonio, ubicado en el actual edificio del juzgado.
Antonio Sánchez de Taibo y Estefanía de Valencia fueron los fundadores de este hospital. Él tenía raíces familiares en la zona de Betanzos, y trabajó durante años en diferentes puntos de Europa, como Países Bajos, como encargado de Hacienda y hombre de confianza del rey Carlos II.
El conjunto de las pinturas sobre tabla, que conserva en su reverso las marcas de la ciudad de Amberes, habituales en la escuela de este pintor flamenco, se completa con las puertas del arca de las 3 llaves, donde están retratados los fundadores del hospital.
El Museo del Prado conserva un apostolado similar, el de Lerma, pero le faltaría el cuadro del Cristo que en la colección brigantina sí se conserva.
Otro de los corredores del Museo está dedicado a las Escuelas García Hermanos, que recogen el legado de una de las aportaciones de los García Naveira a la ciudad de Betanzos, junto con O Pasatempo, el Asilo, el lavadero y otras fundaciones.
En el caso de las escuelas, cuyos edificios se conservan y están destinados hoy a escuela infantil y edificios administrativos, lo que está recopilado en el museo es buena parte de su equipamiento didáctico. La colección es de principios del siglo XX y sigue las premisas de las corrientes educativas de la época, tratando de estimular el aprendizaje a través de la experiencia.
En las vitrinas y paredes de esta sala encontramos objetos que conforman un auténtico gabinete de historia natural al estilo de los de la época, pupitres, pizarras y tinteros, objetos habituales en las Escuelas, y un soporte para carteles didácticos de carácter mecánico.
Otra de las cuestiones de interés son los mapas. En las paredes de esta zona del museo vemos mapas datados entre el siglo XVIII y XIX, que muestran cosas tan curiosas como Cuba o Filipinas formando parte de nuestra geografía política.
Otra de las salas más singulares del Museo das Mariñas de Betanzos es la colección de bordados donados por la Fundación Jiménez Cossío. Esta familia fue la depositaria de gran parte del material pedagógico resultante de la Institución Libre de Enseñanza o la Residencia de Estudiantes, puesto que fueron dirigentes de la misma.
Las mujeres de la familia atesoraron a principios del siglo XX y entre otras muchas cosas un elenco de bordados, encajes y puntillas de diferentes lugares de Europa y España desde el siglo XVII, que constituyen una colección única de arte popular anónimo y de autoría femenina.
Dentro de las corrientes filosóficas de la época y de las misiones pedagógicas se recuperaban estas piezas que se exponían en un museo y se consideraban piezas de arte. Las Cossío dejaron también algunas pinturas que podemos ver actualmente en la zona dedicada a las mujeres del Museo das Mariñas.
La figura de Rafael Seoane es otra de las que centra otro de los espacios del Museo das Mariñas de Betanzos. Este abogado y anticuario viajó por todo el mundo recopilando objetos históricos de diferentes lugares.
En 2010 se despidió de nosotros y donó su colección al museo, indicando este año como fecha de fallecimiento en el cementerio de Betanzos, y Kirimati como ese último lugar. Se trata de una isla en el Pacífico a la que se supone que el coleccionista se retiró.
En 2016 se abrió la sala dedicada a su colección en la antigua cafetería de la sociedad recreativa. Aquí están ahora el conjunto de torques de la 2ª Edad de Hierro, los ídolos y exvotos de terracota, las esculturas prehispánicas, y el conjunto de curiosidades de este hombre que, a día de hoy, no sabemos si está vivo o muerto.
Uno de los pintores con más trayectoria en la zona de Betanzos fue Francisco Javier Martínez Santiso. El corredor este de la segunda planta del museo está compartido por diferentes carteles y alusiones a la historia del Globo de Betanzos, fiesta de interés turístico con 200 años de trayectoria, y este pintor.
Santiso tuvo casa en la ciudad y dejó no solo un buen número de cuadros sino fotografías realizadas en torno a 1900 que reflejan diferentes lugares y tradiciones de la ciudad. No menos relevante es la colección de pinturas de su hija Rosina, que pintó diferentes retratos de la familia, escenas de la ciudad y paisajes del entorno.
Muchas personas que visitan el museo preguntan por la Sala del Traje, y es que también aquí tenemos una colección muy especial dedicada a parte del vestuario del Ballet Gallego Rey de Viana, elementos del sastre betanceiro Pedro Pena, y vestidos donados por las familias Álvarez Crespo, Vázquez Camino y De la Fuente.
Uno de los elementos característicos y que podemos ver en el Museo das Mariñas de Betanzos son los trajes regionales típicos de la comarca de As Mariñas y un impermeable tradicional gallego hecho de paja.