Si recorres la A6 con cierta frecuencia y te apetece hacer una parada interesante acércate a conocer Castrillo de los Polvazares. Un pueblo maragato rehabilitado que ha quedado como una estampa de otra época. Famoso por su cocido y sorprendente por su larga calle adoquinada salpicada de restaurantes turísticos. Te gustará visitarlo.
Cruceros al paso del Camino de Santiago / Escapalandia |
Parque infantil de Castrillo de los Polvazares / Escapalandia |
Tomando la salida 329 de la autovía A6, a la altura de Astorga, y recorriendo unos 5 kilómetros desde el casco urbano por la carretera LE-142, se llega a este lugar que está declarado conjunto histórico artístico desde 1980. Un pueblo arriero que a nosotros nos recibió a ritmo de guitarra, con un vecino que la toca a la puerta de su casa a cambio de la voluntad y personaliza la letra según sea el visitante que se acerca.
El pueblo estaba cerrado a cal y canto en invierno, así que podías recorrerlo en completa tranquilidad. Tras pasar el puente del río Jerga y junto al aparcamiento, se entra en el pueblo por la calle Real para luego bifurcarse donde el pueblo se acaba. La tradicional iglesia, un albergue municipal y una docena de restaurantes para los turistas que abre solo en días de afluencia. De hecho nosotros solo encontramos abierto uno de ellos, el Almacén del Arriero, donde nos hicieron un hueco a pesar de tener todo ya reservado y en el que, según reza en el cartel junto al menú, los niños son bienvenidos.
Y es que este lugar se considera un pueblo maragato tradicional, donde los comerciantes vivían de la venta de pescado en salazón, vino y otros productos. Ahora el motor principal es la afluencia de turistas ávidos de cocido maragato. Garbanzos, repollo, morcilla, lacón, chorizos y la tradicional sopa, que aquí se toma de postre. El menú incluye la bebida y el postre y cuesta 18 euros por persona.
El curioso Puente de la Bruja / Escapalandia |
En un paseo por el pueblo puedes descubrir también un pequeño parque infantil junto a un merendero, justo al otro lado del aparcamiento, en la entrada del pueblo. Un poco más adelante el Puente de la Bruja. Me ha costado encontrar el origen de este nombre tan curioso, y al final lo he hecho en el blog Entre Paleras y Encinas, donde se explica cómo construyeron los vecinos este pequeño puente para pasar a sus tierras y cómo una supuesta «bruja» lo destruía cada noche hasta que las mujeres del pueblo tomaron cartas en el asunto.
Sin duda volveremos a este pueblo en alguna otra excursión por la zona. Sobre todo después de leer los recuerdos y leyendas de tantos maragatos de segunda y tercera generación que hablan en sus blogs sobre este pintoresco lugar.