Un afluente del Sil, conforma por tierras de Castro Caldelas el bosque mágico del río Edo, o al menos así se promociona en rutas turísticas y sendas. Leyendas, cascadas y una excelente área recreativa con playa fluvial, nos marcan la pauta para conocer este bellísimo paraje.
Cuentan las historias populares que la virgen y el demonio midieron sus fuerzas por estas tierras, dejando en sus topónimos alguna que otra huella. Y es que «puzo do inferno», en el entorno de este río, debe su nombre al lugar donde se hundió el angel caído para siempre.
Sin embargo, también en este curso fluvial, encontramos una piedra donde la virgen María dejó la huella de la herradura de su caballo al ganarle el paso al maligno.
Cierto o no, las leyendas populares suceden en lugares donde hay cosas que no nos dejan indiferentes, así que quizá sea este un buen motivo para acercarse a caminar por esta ruta.
Existen varias rutas de senderismo señalizadas en el entorno. Más largas o más cortas, e incluso alternando el senderismo con el running. Como lo nuestro es contar la propia experiencia, os contamos nuestro paseo entre el punto señalizado en Google como Ruta dos Muíños, en la estrada a Paradela, y el área recreativa Ponte das Táboas.
Se trata de una senda fácil, salvo en algunos puntos donde habría peligro de caer al río por lo que hay que tener precaución si vamos con niños, y muy llana. Pero lo mejor es que está bien cuidada, limpia y señalizada.
En poco más de una hora podéis ir y volver sin problema, pues apenas tiene 3-4 km. Dejando el coche, bien el área recreativa, donde hay un amplio aparcamiento, o bien en el inicio de la Ruta dos Muíños, podemos caminar junto al río Edo descubriendo pequeñas cascadas, rocas de diferentes tamaños, y vegetación autóctona.
Uno de los espacios de ocio y esparcimiento del concello de Castro Caldelas es sin duda esta área recreativa con playa fluvial. Columpios para diferentes edades, distribuidos en varias zonas de juego, mesas para comer, descubiertas y bajo tejadillo, barbacoas de piedra y un bar que abre en temporada completan la oferta de este rincón de la Ribeira Sacra ourensana.
Las aguas del río Edo, conforman además una preciosa piscina fluvial con escalerillas de acceso y anexa al curso fluvial, perfecta para darse un chapuzón cuando el calor aprieta. Está junto a las mesas y espacios de juego. Esto es bueno y malo, por lo que os pedimos que estéis muy atentos si vais con peques para evitar baños indeseados y sobre todo peligro con niños que no saben nadar.
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