Una de las atalayas de la actual Coruña, que un par de siglos atrás fue un ayuntamiento independiente anexionado a la ciudad, es el barrio del Castrillón.
Parque infantil, equipamiento deportivo, social y cultural con epicentro en la Plaza de Pablo Iglesias, pero también un cementerio de los más singulares de la zona, son algunos de sus elementos.
Si en su día nos dimos una vuelta por Eirís y sus parques infantiles, hoy nos sumergimos de lleno en las entrañas del Castrillón, entre la Avenida de Monelos y la Avenida de As Xubias. ¿Nos acompañas?
Casi 1.800 casas y 9.700 habitantes aportó el antiguo ayuntamiento de Oza a la ciudad. Sus terrenos rodeaban completamente una urbe que, en el momento de la anexión, en 1912, crecía más allá del ensanche, vivía un ciclo económico alcista, el denominado despegue coruñés, con una serie de fábricas y entidades importantes asentadas en la ciudad.
En julio de este año, por tanto, La Voz de Galicia publicaba un mapa en el que se veía cómo Viñas, Visma, Elviña, el Pasaje, San José o Seabella se integraban en la urbe cosmopolita del momento.
Atrás quedaba la deuda del susodicho ayuntamiento, que tuvo su casa consistorial en una construcción aún dormida en el tiempo junto al IES Monelos. De este modo, el Castrillón, Los Castros, Monelos, San Diego, Eirís, etc, pasaron a ser barrios de la ciudad que en los años 70, 80 y 90 vivieron un crecimiento atropellado y acorde a la capacidad de atracción de la ciudad como polo empresarial, y al bum de la natalidad.
Si nos metemos de lleno en la hemeroteca, es curioso leer cómo este terreno de Oza que abrazaba la ciudad se consideraba la huerta de A Coruña. No solo tenían fama sus hortalizas, sino que en las páginas de La Voz de Galicia leemos que la «fresa de Oza» era la más rica de España y su abundancia no supera a la de ninguna otra comarca.
La que hoy consideramos capilla, situada junto a la playa de Lazareto, es románica y fue hasta el siglo XIX sede de la parroquia de Oza. Hoy queda en terreno del Sanatorio de Oza y sin culto. Un camino desde la zona portuaria nos permite subir, atravesando estos terrenos, hasta la avenida das Xubias. Y es que toda esta zona quedó seccionada por el ferrocarril, las infraestructuras portuarias como el oleoducto y el túnel de Casablanca.
De la primitiva fábrica románica se conserva la cabecera de la iglesia, pues de templo de una sola nave, se adaptó posteriormente a planta cruciforme y se adosaron capillas. Aún así conserva los capiteles y arco de medio punto, una ventana en el testero, y restos de pinturas murales.
La nueva iglesia de Oza está bien visible junto al nuevo parque de Oza, subiendo por la calle Rafael Dieste. La calle que pasa ante su atrio, Camiño da Igrexa, aún da testimonio de su itinerario. El primer proyecto para su construcción data de 1792, cuando se decidió alejarla del mar para evitar las incursiones enemigas como la protagonizada en su día por el pirata Drake. Pero no fue hasta febrero de 1862 cuando se inauguró la actual iglesia, de similar construcción a la de San Nicolás y San Pedro de Visma.
Este edificio que duerme a orillas de la antigua playa, posteriormente recolocada, de Lazareto fue creado en 1906 por real orden e inaugurado en 1910 como centro especializado en tuberculosis ósea y como preventorio infantil. El edificio es de Antonio Alcaide y Julio Zapata, y fue ampliado por Pedro Mariño y Julio Galán.
Pero su historia viene de tiempos de Isabel II, como preventorio infantil, y vinculado a otras infraestructuras sanitarias de la época. En 1950 fue el sanatorio con mayor capacidad de España, con 555 camas, pero en los años 60 los avances médicos fueron dejando obsoleto su equipamiento y pasó al INSALUD como hospital de rehabilitación.
Muchos coruñeses lo recuerdan también porque acogía colonias de niños de otras comunidades necesitados de curas marinas, especialmente entre 1912 y los años 60, muy inspirado en sus orígenes por las teorías higienistas de la época.
Si miramos un mapa de la ciudad de principios de siglo, vemos únicamente en esta zona el Montiño, la antigua estación de tren de As Xubias o del Norte, a donde el ferrocarril llegó en 1883, y unas pocas casas en torno a la carretera del Pasaje y la de Madrid, además del Castillo de San Diego, Monelos, las Brañas y la granja agrícola.
Un curso fluvial daba nombre y vertebraba este espacio de carácter rural, y era el río Monelos, con su estampa habitual de mujeres lavando y clareando al sol la ropa, no solo propia sino de muchas casas del centro de A Coruña que, tiempo atrás, contrataban este servicio a las que ejercían el oficio de lavanderas.
Este río hoy puede verse al aire libre por última vez en la glorieta de acceso a Pocomaco, junto a la cervecería Sampaio. Después, discurre soterrado y canalizado bajo Expocoruña, el Corte Inglés y desemboca en el muelle de San Diego.
Si queréis adentraros por los arroyos que conforman este río, podéis caminar hasta Mesoiro y Feáns por caminos rurales que recientemente se han adaptado y de los que ya os hemos hablado en La Ruta del Río Monelos.
Pasando casi desapercibido, entre las calles Antonio Noche, Casanova de Eirís, y Avenida da Concordia, encontramos el pequeño cementerio de Oza. Es municipal, y tiene sepulturas desde finales del 1800, en la época en la que se construyó la iglesia nueva.
Paralelamente a la iglesia nueva de Oza en su emplazamiento actual, se bendijo su cementerio de 1889. Si nos damos un paseo por sus lápidas encontramos algunas pequeñas muestras del arte funerario del siglo XIX. Es el caso de las lápidas de la familia Solórzano, realizadas en fundición, concretamente de Manuel Solórzano Ibañez, cuya historia podéis leer en la web de la asociación de patrimonio industrial Buxa.
También vemos otra interesante pieza de arte funerario dedicada por gratitud popular al médico Juan Rodríguez Paz, conocido como el médico de los pobres, y último alcalde del concello de Oza.
Este espacio urbano fue inaugurado en los años 80 por el entonces alcalde de la ciudad Francisco Vázquez. La escultura que dedica su memoria a Pablo Iglesias está en el corazón de la plaza, y es obra del escultor coruñés Ferreiro Badía. El conjunto de siete figuras en granito gallego, representa al líder socialista y al movimiento obrero, y se integra en una zona que incluye un estanque.
Además de la misma, encontramos un espacio con mesas y bancos de piedra, una zona biosaludable, y dos parques infantiles para diferentes edades. La de peques con mini tobogán, casita de juegos y diferentes balancines, y la otra con estructuras para trepar, columpios y tobogán. También encontramos una cancha multideporte, con canastas y porterías.
En la parte más alta, está la biblioteca y el centro social. Es muy amplia y cuenta con zona infantil y juvenil, y de adultos, y tiene mucha vida y un buen número de actividades para todas las edades.
Si miramos hacia la Gaiteira encontramos otros espacios de interés en materia de jardines y parques. Hablamos del Parque Europa, del que ya os hemos hablado aquí, y también del de San Diego, también de la época Vázquez, y que se complementa con el paseo del mirador de Os Castros.
Pero si atravesamos desde aquí sobre el entramado ferroviario que da servicio al puerto, encontramos el paseo a la playa de Oza o Lazareto.
Sobre ella, una linterna de principios del siglo XX diseñada para dar seguridad al tráfico marítimo y que también acogía una vivienda. Dejó de funcionar en los años 60 y hoy es un espacio social que se puede usar para eventos por los vecinos.
También os hablamos largo y tendido sobre el parque de Oza, abierto en 2010, e inaugurado por Javier Losada. Sobre todo, en su día nos llamaron mucho la atención sus parques infantiles, llenos de estructuras de juego sorprendentes como los toboganes en la ladera o el parque juvenil.
Pero toda la ladera desde la calle Montes a la Ronda de Outeiro, alberga diferentes recuerdos de lo que fueron viviendas agrícolas y zonas de labranza. Fuentes, cauce fluvial, y una serie de sendas de paseo que cohesionan varias zonas antes divididas por un solar inaccesible.
Y si queréis desayunar, comer o tomar unas tapas, hay diferentes lugares con trayectoria y merecida fama por la zona. Desde el Marifran, con un pan y bollería excelentes, hasta el Pícnic, también en la Avenida de Monelos y próximo a la mítica cantina Os Belés, ya cerrada. Más arriba, O Tellado, la cafetería Royse, La Marimorena, A Chispa, la Cantina o el Javimar.
Para los que también buscáis opciones sin gluten, en la calle Pérez Ardá con la Avenida de Monelos tenéis gran oferta de comida para llevar ya elaborada y diferentes productos en La Tienda de Rosi.