Uno de los lugares termales con trayectoria en Galicia es el balneario de O Incio, situado en A Ferrería y que funcionaba a finales del siglo XIX. Os contamos cómo acercaros a conocer la historia de este lugar, en un entorno natural maravilloso integrado el nuevo geodestino O Courel.
Ya os habíamos contado por aquí que entre los siglos XVIII y XIX se fueron instalando antiguas ferrerías por todo el interior de Galicia y Asturias, como la zona de Taramundi, A Fonsagrada, Los Oscos y diferentes puntos de A Terra Chá o Ribeira Sacra. A través de mecanismos hidráulicos, se utilizaba el agua para trabajar el mineral y fabricar toda clase de utensilios.
La industria del hierro fue una actividad importante durante la etapa medieval en toda la comarca del Courel. Pero lo cierto es que la única herrería (ferrería en galego) documentada en el concello es ésta, cuyo nombre queda en el topónimo de la aldea, perteneciente a la parroquia de Trascastro.
El trabajo aquí consistía en la transformación del mineral de hierro obtenido en la zona, probablemente en el Penedo Veneiro, en utensilios de este material. Se sabe que estuvo activa entre los siglos XVIII y XIX y de la que hoy no se conservan restos.
Su cercanía al río Cabe nos trae a colación la afirmación del Padre Sarmiento, que recogía en sus escritos que, en O Incio, para que el hierro sea más fuerte y activo hay que templarlo en las aguas de este río. No en vano, se cuenta en la ciudad de Monforte, que las mejores espadas se templaban en dicho curso fluvial.
El enorme caserón que hoy vemos en ruinas en el centro de esta pequeña población, rodeada por el río Antigua y a escasos metros de la Fonte do Balneario, fue un espacio termal en auge allá por el 1894. Es en este momento cuando la tradición se consolida, y sus aguas se declaran de utilidad pública.
Fue construido por Nemesio Cobreros y tenía una planta baja ocupada por un comedor y un salón. En los pisos superiores se situaban las 105 habitaciones, 45 de ellas con baño completo y 60 con lavabo.
Sabemos por publicaciones en antiguos periódicos de la época, que en 1888 ya acudía gente al balneario, a tomar las aguas «ferruginosas y ferromagnesianas, variedad arsenicales frías».
En 1897 vemos en El Siglo Futuro un anuncio que desglosa la composición de sus aguas, y alude a su «gran hotel». Pero además, en este rincón perdido a los pies de las montañas del Courel, y a unos 650 metros de altitud, se conservan nombres como el que alude al manantial que alimenta la fuente, el curioso «Augas Rubias».
Como en tantos rincones de Galicia, en la época estas aguas suponían un remedio seguro para casi todos los males. De ahí que la prensa de la época, y en concreto este periódico madrileño y carlista, que se editó hasta el mes de comienzo de la Guerra Civil Española, se detenga a glosar las virtudes de este manantial.
«En bebida» señalan los editores, son «tónicas, reconstituyentes y aperitivas», pero además curan varios tipos de anemia, la palidez y los «desarreglos menstruales, la inapetencia, gastralgia, catarros del estómago y de los intestinos, intermitentes rebeldes, infartos de hígado y del bazo».
El artículo continúa glosando los beneficios de las aguas de O Incio, indicando que fortifican los temperamentos linfáticos, corrigen la hipocondria, la apatía y la debilidad causada por los excesos del estudio o de los disgustos, etc. Vamos, que eran jauja para los viajeros pudientes de la época que podían costearse unos días en este apartado hotel de la montaña gallega.
El establecimiento abría de 20 de junio a 20 de septiembre. Y el modo de llegar era a través de la estación de Bóveda, en Lugo, con bastante tránsito en aquel momento, y recorriendo dos horas en coche, 20 kilómetros pero al paso y con las comunicaciones de la época.
Según leemos en una publicación del eclecticismo en Galicia, de Xosé Fernández, el comedor de este balneario, en 1927, era servido por el metre del hotel Ritz de Madrid.
Si nos aproximamos a este balneario de O Incio, de la comarca de Sarria, encontramos un amplio espacio para dejar el coche. El edificio del antiguo balneario y hotel data, según el catastro de 1896, y permanece cerrado desde 1995 junto al río que lo rodea, denominado Antiga.
Podemos iniciar un paseo por el perímetro del mismo, bajo la vegetación de ribera, y adentrarnos en el pueblo. Casas de corredor de madera y piedra, y antiguos caminos, un núcleo que destila el bullicio de tiempo atrás, aunque hoy permanece muy tranquilo.
Otra de las figuras de interés si hablamos del balneario de O Incio es Ignacia Rodríguez de Campomanes y Cano, condesa de Campomanes. Esta mujer se casó con el Marqués de Villanueva de la Sagra, Francisco Dorado López de Ezcárate, según leemos en una publicación de Luis López Pombo.
El matrimonio tuvo cuatro hijos, Joaquín, Mariano, Ignacia y Carmen, y su casa familiar en Dompiñor, en la parroquia de San Pedro de Incio, donde encontramos una placa recordando su memoria, en el cementerio junto a la iglesia. Ella falleció en el año 1926.
Esta última hija, Carmen, a su vez formó matrimonio con Ricardo Gasset, director del periódico El Imparcial y perteneciente a una saga familiar profesional, social y política de gran relevancia. Gasset ocupó altos cargos en el gobierno de la República, estuvo en el exilio desde 1939 hasta el 49, cuando regresó a Galicia y se centró en la gestión del balneario hotel de O Incio, mano a mano con el coruñés Andrés Vilariño.
