A pocos kilómetros de Galicia y en la margen portuguesa del río que divide Galicia, podemos encontrar auténticos tesoros para los amantes del turismo rural, la naturaleza y la tranquilidad. En el Alto Minho portugués con niños encontramos pueblos casi de juguete y con un urbanismo muy cuidado. Castillos, termas, bodegas y una gastronomía excelente, además del acogedor trato que dispensan en Portugal a sus visitantes. Esta región, y muchos de sus pueblos, conservan la esencia de lo tradicional como pocos sitios.
Es un municipio de unos 2.600 habitantes ubicado enfrente de Salvaterra do Miño. Tiene unas murallas medievales, del siglo XIV, y conserva dos de las cinco puertas que tuvo el castillo. Por lo demás se recorre enseguida y tiene puntos destacados que visitar como el puente medieval, la Iglesia de la Misericordia, la Iglesia de Longos Vales, el Monasterio de Merufe y el Palacio de la Brejoeira.
Para alojarse está bien la Quinta de Santo Antonio, tiene piscina y apartamentos rurales con una cocina pequeña pero que te permite arreglar las cenas o desayunos, aunque allí también los dan.
Pero en Portugal hay otros muchos sitios de turismo rural aprovechables si vas con niños, lo único que hay que vigilar es que la web donde lo reservemos tenga fotos de todo (habitaciones, exteriores, baño, cocina, etc.) para no llevarse sorpresas.
Es un pequeño pueblo de rasgos medievales gracias a su castillo, que alberga un museo, y otros lugares de relevancia histórica y artística como la Iglesia de Santa María Da Porta, el Convento de las Carvalhiças o la Capilla de Ntra. Sra. de Orada. Pero el encanto de Melgaço es también pasear por sus calles, empedradas y con rincones interesantes.
Otro lugar muy recomendado para los amantes de la naturalez es el Parque Natural Peneda-Gerés, que tiene en Melgaço un acceso, la Porta de Lamas de Mouro. Allí puedes encontrar un Centro de Interpretación, un área recreativa con zona de baño, camping y merendero. También hay rutas de senderismo señalizadas para conocer la antigua calzada y un puente romano. Hay zonas no muy accesibles, para las que se requiere calzado de montaña y algo de atención, por el empedrado irregular más que nada, así que no se recomiendan con niños muy pequeños. Otras se pueden caminar bien e incluso transcurren por pistas asfaltadas.