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en Experiencias

Diez escapadas que no hemos contado (y no lo haremos)

  • septiembre 13, 2018
  • por Carmen Delia Díaz
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Diez escapadas que no hemos contado (y no lo haremos)

De vez en cuando sacamos el cajón de las sombras para que se vea que no todo son luces. Nos gusta ser positivos y hablar bien de todos los rincones que conocemos. De hecho lo que deseamos es precisamente hablar bien, pero no siempre lo conseguimos. Así que hoy os hablamos de diez escapadas que no hemos contado y, aunque a algunos sitios nos gusta darles una segunda y tercera oportunidad, otras veces no es prudente hacerlo.

Seguro que habéis tenido planes viajeros frustrados. Organizas una escapada con toda la ilusión, buscas el alojamiento perfecto, el restaurante con más encanto, haces las maletas y te diriges a un destino incierto, aunque aún no lo sabes. Pues este post va de eso, de lugares que no podríamos recomendar ni a nuestro peor enemigo. ¿Os atrevéis a seguir leyendo?

El hotel de los horrores

No fue en España pero casi. Habíamos reservado una idílica estancia con encanto en una antigua casa rural. La verdad es que las fotos ya no tenían buena pinta, pero como a veces no se cuida mucho esto de las imágenes que subes a las páginas de reserva online, nos arriesgamos. Llegamos un viernes por la tarde, con idea de estar hasta el domingo, pero solo aguantamos una noche… ¿Por qué?

El edificio estaba allí, en pie, precioso, pero nuestra habitación no estaba en la casa principal sino en una construcción ubicada en el mismo recinto. Muebles de los años 70, sanitarios de principios de siglo, una aristocrática capa de polvo y grasa que daba solera al conjunto… Dormimos con ropa para no pensar mucho en lo que podía haber en aquellas sábanas. Así que después de cenar una tortilla de antihistamínicos con algo enlatado y directamente del envase, pasar una noche terrible y desayunar a toda prisa, con las primeras luces del día pusimos fin a nuestra encantadora escapada.

La casa rural de la piscina (compartida)

Tampoco fue en Galicia pero sí de turismo rural. Reservamos una casa para la primavera con cocina, chimenea y una fantástica piscina. Después de la primera noche, en la mañana del sábado nos dijimos que era buen momento para combatir las ya altas temperaturas de la época del año con un buen chapuzón. Buscamos la piscina pero no la encontramos así que llamamos a la dueña del alojamiento.

Nuestros temores se fueron confirmando cuando nos guió hasta otra casa del pueblo en la que había que entrar, y detrás de un seto, voilá, allí estaba la piscina. Cuando llegábamos la señora sacaba a los niños del agua para que pudiéramos usarla. Os lo estáis imaginando bien, la piscina estaba en su casa y no en el idílico apartamento rural.

planes con niños que no vamos a contar

El café de los 6 euros

Seguro que en alguno de vuestros viajes habéis pagado el pato con los precios abusivos. Hay quién cree que al incauto turista hay que sacarle hasta los ojos, así que el cansancio, y el nublado sentido que nos produjo la ciudad del amor nos hicieron caer de lleno.

No fue en los países nórdicos ni en la turística italia, sino en la capital de Francia. La verdad es que lo pagamos con resignación porque el café con leche venía acompañado de una chocolatina y un vaso de agua. Además, los aseos estaban impecables 😉 y por lo menos nos pudimos sentar un buen rato.

Marisco donde no debes tomarlo

A veces nos ponemos tontos y decimos, vamos de finde a un pueblito con mar. Y es que en Galicia hay donde elegir, pero siempre más saludable elegir bien. En esta ocasión eran fechas concurridas así que tuvimos la horrible idea de reservar online para cenar. Al llegar al restaurante no había absolutamente y pensamos en huir, pero ya era tarde.

La parte responsable de Escapalandia opinaba que era mejor no pedir marisco, pero a veces nos abocamos al abismo irremisiblemente así que renunciamos voluntariamente a la salud en nuestro idílico fin de semana. Tomamos unas zamburiñas y una carne que no sabían ni a fu ni a fa. Pero al día siguiente… igual ya no hace falta que siga ¿que no?

El restaurante famoso que no quiere serlo

No sé por qué se empeñan en premiar o reconocer la labor de algunos restaurantes que decididamente no quieren ser famosos. Y es que el talento es así, caprichoso. No sé qué se nos pasaría por la cabeza cuando, conocedores de la fama del sitio nos propusimos probarlo cenando una maravillosa noche de fin de semana de verano.

Al entrar vimos el local en penumbra, pero no para dar ambiente, sino con otras intenciones. Serían las 9 de la noche, y había algunas personas picando algo pero al preguntar nos informaron, no de muy buenas maneras, de que el restaurante estaba cerrado. ¿Cerrado para quién? pensamos…

La noche con el romanticismo no incluido

Teníamos claro que la pasión la teníamos que poner nosotros, así que cuando compramos aquel pack de escapada romántica nos empleamos a fondo, pero no nos lo pusieron fácil. El formato de cajas de experiencias suele flaquear bastante en la oferta gallega, pero al final conseguimos reservar un establecimiento rural en una zona que nos encajaba bien. Como conozco el percal llamé el día anterior para confirmar la hora y recordar que el plan adquirido incluía una botella de champán.

Llegamos a la hora acordada y al subir a la habitación hacía tantísimo frío que no nos pudimos quitar el abrigo. Al preguntar nos dijeron que mucha gente reservaba y luego no aparecía, así que no encendían la calefacción hasta la llegada. Nos fuimos a tomar algo y, al volver, nos preguntaron unas cuatro veces que cuando nos subían la botella de champán. Les dijimos que la dejaran en la habitación, pero a la última consulta directamente indicamos que hicieran con ella lo que les resultara oportuno. Cenamos y, cuando les pareció buen momento y prácticamente estábamos durmiendo, nos trajeron la dichosa botella que ya no tomamos.

planes que no vamos a contarUn museo que no es museo

La palabra museo suele indicar un lugar donde puedes ver o experimentar con algo, pero no siempre es así. En este caso no fue en España, pero aquel lugar dirigido a los más pequeños resultó ser un área de juego libre, tanto exterior como interior, por el que cobraban, eso sí jugosamente. La entrada incluía un tiempo determinado y apuntaban como aliciente que las herramientas lúdicas eran material reciclado, «lo que la gente no utiliza», más concretamente.

El restaurante también resultó bastante decepcionante porque no tenía juegos ni zona para niños, el menú infantil era escaso incluso para un niño pequeño y los precios eran sensiblemente más caros que en cualquier otro establecimiento de hostelería de la ciudad. Después de nuestra decepción optamos por un museo clásico, de los de toda la vida, donde nada se puede tocar pero al menos pagas por aprender o ver algo a lo que habitualmente no tienes acceso.

El hotel que no quería niños

Algunos se ponen el reservado el derecho de admisión por bandera y tienen de establecimiento público solo lo justo. Uno de estos fines de semana que dijimos, vámonos de escapada, llamamos a un hotel recién inaugurado para probar la experiencia. En esta ocasión reservamos por teléfono, pedimos una habitación doble y al preguntar el coste de las camas supletorias nos dijeron directamente que no querían niños.

En otras zonas masificadas turísticamente existen hoteles para solo adultos, algo que personalmente nunca me ha parecido admisible dado que los niños son personas, pero en pequeñito. Pero encontrarme una respuesta así en Galicia nos soprendió poderosamente. Otro hotel que, lógicamente, nunca os recomendaremos.

planes que no vamos a contarEl área recreativa vertedero

La encontramos una vez, después de seguir concienzudamente su pista por un mapa turístico. Por esta carretera hacia arriba, luego a la derecha, volvemos a bajar la montaña, y en un punto con buena visión sobre el entorno, allí estaba. Columpios, mesas para comer, aparcamiento, banquitos, fuente y… vertedero.

Por si una vez no había sido suficiente volvimos al pasar unos meses aprovechando otra excursión por la zona, y de nuevo, allí estaban: colchones, escombro, bolsas de basura y un sinfín de desechos estropeando un rincón que podría servir para el disfrute de los vecinos y visitantes. Si es que a veces queremos que los lugares públicos estén limpios además de estar equipados y todo no puede ser.

La ruta que termina en salvaje

A veces abres un folleto, ves tantas rutas señalizadas y es que no sabes por cuál decidirte. Al final optas por una, aparcas, comienzas a caminar y efectivamente hay un cartel con el mapa, y una señal de comienzo. Solemos llevar una mochila con agua, algo de comer incluso y calzado adecuado, pero la desbrozadora ese día nos la habíamos dejado en casa.

Así que la idílica senda se empezó a cerrar y a cerrar y llegó un momento que te sentías George de la Jungla dando brincos entre la maleza. Está muy bien arreglar los arranques de ruta pero lo ideal sería que los concellos limpiaran la ruta completa, porque dejarlas a medias, como que da bastante rabia.

por Carmen Delia Díaz, septiembre 13, 2018

Carmen Delia Díaz

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Carmen Delia Díaz
Filóloga, periodista y guía turística oficial de Galicia, especializada en comunicación empresarial, recursos turísticos y turismo familiar y cultural
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