Muchas veces os hablamos de la capacidad del turismo para reinventarse, adaptarse y crear experiencias no solo para viajeros sino también para la propia población, pues todos hemos redescubierto nuestro entorno cercano a raíz de la pandemia. Así que hoy os hablamos de una visita guiada por Ribadeo para descubrir esos edificios y rincones emblemáticos del Siglo de las Luces.
Los últimos años han traído consigo nuevas rutas y propuestas en una localidad que es puerta norte de Galicia y tradicionalmente recibe mucho turismo nacional y extranjero. Así que no podíamos resistirnos a contaros un plan de visita guiada por Ribadeo centrado precisamente en la época de la Ilustración.
Todo el mundo que visita Galicia conoce Sargadelos, pero pocos conocen en detalle la apasionante trayectoria vital de Antonio Raimundo Ibañez. Su colorida escultura, del mismo autor que las Marías de la Alameda de Santiago, llama la atención en la escalinata del que fue su Pazo y ahora es sede del Concello de Ribadeo.
Y es que este hombre nació en la Comarca de los Oscos y llegó a Ribadeo en pleno apogeo del comercio marítimo y su aduana, que en tiempos fue la tercera en importancia de Galicia. Creó la primera siderurgia integral de España, una fundición que funcionó 45 años y fue Real Fábrica.
Posteriormente, se centró en la fabricación de loza gracias a la mina de caolín, creando lo que hoy conocemos como Sargadelos y que tuvo sus inicios haciendo cerámica al estilo Bristol, con procesos de decorado mecánico. Ya os hemos contado cómo es la visita a esta factoría en Visita a Sargadelos con niños.
Uno de los eventos que nos pudieron introducir en esta etapa histórica, fue precisamente la conferencia de Alberto Paraje en la sede del concello, el pasado 8 junio. Se habló, y mucho, de todos los puntos de interés en Ribadeo durante la etapa ilustrada, y de los que aún guardamos memoria.
Es el caso del Fuerte de San Damián, que cumple 400 años de su construcción y se conserva con la estructura original como defensa costera. Pero también de la colegiata que se cimentó sobre nuestra antigua iglesia románica allá por el siglo XVIII. El gallego Cándido García de Quiñones hizo los primeros planos, que terminó por proyectar Manuel Machuca añadiendo un frontón muy de la época. Por esta época se ponen en funcionamiento las reales fábricas de lienzos que hubo junto al teatro municipal.
Otra de las instituciones que beben de los aires ilustrados es la antigua escuela fundada por los Sierra Pambley, familia que también creo centros educativos en León y provincia. En Ribadeo se conoce más bien como el Cuartel Vello, porque esta casa-torre, perdió su función en el siglo XIX y fue cuartel de la milicia nacional.
Siguiendo desde lo que era una zona extramuros de la antigua villa de Ribadeo, hacia el lugar donde está señalizada una de las puertas de su antigua muralla, descubrimos la Praza de Abaixo, frente al Juzgado de Paz. Rincones del Casco antiguo que nos llevan por casas blasonadas con escudos de familias importantes de aquella época de expansión económica del pueblo.
La Casa do Patín, que fue Escuela de Náutica de relevancia a nivel nacional, con personajes destacados como Fernando Villaamil, marino y militar nacido en Serantes (Asturias) y famoso por diseñar el primer destructor de la historia. O las antiguas casas de banqueros como Bengoechea o Casas, familias que hicieron fortuna por gestionar también compañías navieras y participaron en el desarrollo económico de esta etapa de esplendor.
Pero sin duda varios de los puntos de relevancia en la defensa costera de este enclave, son otro de los recursos de visita guiada por Ribadeo, y es el caso de la capilla de la Atalaya, también conocida como la capilla de la Trinidad. Es uno de los templos más antiguos de Ribadeo, con orígenes en el siglo XII, construida sobre las murallas y con buena perspectiva de todo el puerto y la ría.
El Pazo de Guimarán, del siglo XVIII, es buena muestra también de esta época que hoy rastreamos en nuestro recorrido, pero también el fuerte de San Damián como punto de defensa costera, el cargadero de mineral de hierro de la Sociedad Minera de Villaodriz, ya de los primeros años del siglo XX y que es hoy un mirador, o en general toda la configuración urbana de la villa de Ribadeo en torno a su puerto y la antigua playa de Cabanela.
Porcillán fue desde antiguo uno de los dinamizadores de la economía local, y aportó épocas de gran prosperidad a la villa de Ribadeo. Así que si hacemos una visita guiada por Ribadeo y hablamos de los siglos XVIII y XIX no podemos dejar de mencionar la historia de su puerto comercial.
Aunque esta desembocadura del río Eo fue abrigo de embarcaciones desde la antigüedad, y está documentada su existencia desde la Edad Media, fue en los siglos XVI y XVII cuando destacaba por la exportación de madera.
Citado por Chemi Lombardero en O Porto Comercial de Ribadeo nos séculos XIX e XX, Antonio Meijide estudió la actividad de los puertos del Cantábrico y alude a la «clase poderosa de comerciantes y armadores» que impulsó el comercio marítimo desde esta localidad gallega.
Y es que en la segunda mitad del siglo XVIII la importación de lino y cáñamo procedente del norte de Europa nutría los telares domésticos de la franja norte gallega. Pero el puerto ha movido históricamente otras muchas mercancías como vino, azúcar, sal, madera, pescado, etc.
Booking.comEl edificio de la antigua aduana de la villa, ubicado en el puerto de Porcillán, frente al actual restaurante Marinero, fue testigo durante algún tiempo de esta intensa actividad que llevó a muchos comerciantes foráneos a instalarse en la zona. Sus viviendas destacaban, y aún podemos seguir su rastro, por tener un mirador o gurugú en lo alto, desde el que poder divisar la llegada de barcos a la ría.
Madera, hierro y cal, pero también vinos y aguardientes, bacalao, azúcar, cacao o textiles, son algunas de las mercancías que se movían desde el puerto, en una actividad que afectaba a los bajos de las casas del entorno, pues muchas funcionaban como almacenes.
En 1780 se realiza la primera obra de infraestructura de este embarcadero, según recoge Lombardero, para favorecer la descarga de estos productos. Además, el autor hace referencia en su reseña del puerto de Ribadeo a que «ya en el siglo XIX y probablemente antes», la villa y otros pueblos del entorno disponían de prácticos y lanchas de salvamento marítimo para remolque y servicio de los buques.