La magia, en esta época del año, está en Los Ancares. Naturaleza en estado puro y primavera, mucha primavera. Pero este inmenso paraje natural hay que recorrerlos con calma, así que busca un fin de semana largo, y empezamos.

Se accede desde Ponferrada, saliendo hacia el norte dirección Fabero, y de allí a Candín o Pereda de Ancares, o bien hacia Peranzanes, dependiendo de lo que quieras visitar. Nosotros nos alojamos en Candín, en Planetancares, unos bungalows con cocina muy bien equipados y cuentan con un pequeño jardín.

Los Ancares tienen múltiples matices de color en esta época del año. Las montañas pueden ser más bien violetas, por el brezo en flor, tener distintos tonos de verde o incluso mantener nieve en su cumbre. Con niños pequeños las rutas no pueden ser muy largas, lo que te obliga a usar más el coche.

En esta localidad predominan los castaños y puedes ver una palloza rehabilitada, la del Señor Antonio, llamando previamente al teléfono 626 720 289 para quedar con él. En el pueblo viven algo menos de medio centenar de vecinos, por lo que realizarás la visita casi en solitario. Además de la iglesia de piedra y con soportales, puedes encontrar casa rural con bar, camping, piscina municipal y rutas de senderismo señalizadas.

Es la última localidad antes de pasar el puerto de Ancares (1.669 m) y que tiene unas vistas espectaculares donde además cuenta con una pequeña zona de mesas para comer. Tejedo tiene también una bonita área recreativa junto a una cascada, y por allí puedes ver un molino restaurado y las ruinas de una antigua herrería.

Es el último pueblo de León antes de llegar a Piornedo, ya en los Ancares Lucenses. El pueblo tuvo la palloza más grande de los Ancares, pero ardió junto con muchas otras construcciones en un gran incendio a mediados de siglo. Es muy interesante su iglesia, con pórtico lateral y curiosas escaleras para acceder al campanario. Está declarada Bien de Interés Cultural y es de estilo barroco clasicista; en su interior, alberga un cementerio.

En este pequeño pueblo puedes ver un buen número de pallozas rehabilitadas y en buen estado. También hay un centro de turismo rural con cafetería y restaurante.

Entre Candín y Villasumil hay varias rutas señalizadas que puedes hacer. En el centro de Candín hay una casa de comidas excelente. A muy poca distancia, en Villasumil, hay un castaño milenario totalmente hueco. Pensar que el árbol estaba allí en la Edad Media ya impresiona, pero además a los niños les encantará probar a meterse dentro, donde podríamos pensar que viven varios duendes. Y es que al oso pardo y al urogallo no los vimos pero algunos ejemplares cuentan que quedan por allí.