Con el nombre de Fábrica de Luz o Museo Nacional de la Energía se ha rehabilitado y preparado como museo en Ponferrada una antigua central térmica que funcionó entre 1920 y 1971. El conjunto fue galardonado con el premio Europa Nostra 2012 a la Conservación del Patrimonio Cultural, y no es para menos porque además de didáctica y diferente a todo lo que podamos ver en otros museos la visita es muy entretenida para los niños.

Está ubicado en el casco urbano de Ponferrada, en la Avenida de la Libertad. Tiene un amplio aparcamiento, y unos jardines muy interesantes. El acceso es gratuito para los niños hasta los 7 años y tiene un coste de 3 euros para los adultos. Abre de martes a domingo, incluyendo festivos, en horario de mañana y tarde, estos días hasta las 18 h y en verano prolongan algo más la apertura.

La entrada al museo es ya muy impactante, pues juega con la iluminación para crear entornos y focalizar la atención. Lo primero que ves son los monos de trabajo usados durante décadas colgados del techo, ajenos al paso del tiempo. Al inicio, un documental proyectado sobre el suelo y muy breve te pondrá en antecedentes de lo que es una central térmica y lo que vas a ver a continuación. Un poco más arriba, una auténtica locomotora de carbón que emite un ruido simulado interesará mucho a los niños.

En la planta baja se pueden ver diversos útiles para transportar el carbón como carretillas y cintas, y una maqueta donde generar tu propia energía moviendo manivelas. A través de pantallas gigantes, diversos trabajadores reales de la central van narrando en cortos videos cómo fue su experiencia y sus condiciones de trabajo. Se activan al acercarse el visitante y son sorprendentes e instructivos.

En el edificio de al lado, al que se accede por una pasarela, podemos ver las antiguas calderas con fuego simulado mediante luz y sonido reales. Los peques alucinarán con la cantidad de palancas y dispositivos necesarios para quemar el carbón y producir la electricidad, lo que podrás observar en la nave de turbinas, un poco más adelante. La reforma es extraordinaria y mantiene su aire de principios de siglo. Todo, incluso las palancas, botones, indicadores de niveles, etc. os sorprenderá.

Al finalizar la visita podéis tomar algo en la cafetería, que también mantiene el aire de la época, o comprar algún recuerdo en la tienda junto a la recepción. Merece la pena pasear por los jardines y estar atento a las actividades y talleres que organizan, pues suelen enfocarlas también a los niños.

En Escapalandia os recomendamos vivamente este museo para acudir en familia y especialmente con niños.