No sé si os pasa, pero hay días que apetece océano y perderse por algún rincón de la Costa da Morte. Así que tomamos carretera y mochila para perdernos Galicia adelante. En una de nuestras recientes correrías terminamos en Cabo Touriñán, con niños, un rincón del municipio de Muxía donde, en determinadas épocas del año como primavera o verano, podemos asistir al último sol de la Europa Occidental, así lo indica un panel informativo ubicado frente al faro.
El actual edificio del faro data de 1898, y complementa a otros faros de la Costa da Morte de los que ya hemos hablado aquí como Fisterra, Cabo Vilán, y O Roncudo. En estas costas hay documentados unos 200 naufragios en 150 años, algunos de ellos tristemente memorables como el pesquero «Playa de Arnela» en 1972 y otros paradójicos como el del barco alemán Madeleine Reig, que en 1935 abordó al gallego Oito Irmáns hundiéndolo, y 22 años más tarde, el barco alemán se hundía en el mismo lugar. Así lo hemos podido leer en una guía editada por Turismo, Industria y la Diputación, sobre la Costa da Morte.
El faro está en el extremo de una península de tierra de en torno a 1 km de longitud, y se alza 93 metros sobre el nivel del mar. La carretera muere en este rincón, junto a un banco de piedra que recuerda las coordenadas del lugar y obliga a una foto. Además incluye una leyenda que indica que este cabo es el punto más occidental de la España peninsular. Hay un pequeño aparcamiento y puedes tomar las sendas de paseo hacia un lado u otro, o ascender a alguno de sus promontorios para tener mayor visibilidad sobre uno u otro lado del acantilado.
Para llegar al faro, partiendo de Muxía tomamos la CP-5201 y seguir las indicaciones en señales de color verde. Nos van llevando por carreteras de costa y hay señalizados varios miradores. Todo este tramo de costa es muy salvaje, no está demasiado concurrida ni siquiera en verano y cuenta con algunas de las playas más espectaculares de Galicia.