Este enorme pulmón verde en el corazón de Budapest está abierto las 24 horas y la entrada es gratuita. En la misma entrada desde su parte sur, la más cercana al centro histórico, encontrarás bicicletas para alquilar, vehículos familiares a pedales o coches eléctricos. En este punto está uno de los mayores atractivos del parque, una fuente cuyos chorros bailan al ritmo de diferentes músicas. Puedes sentarte en uno de los bancos y contemplarla porque es un auténtico espectáculo.
Si te internas más en la isla descubrirás las ruinas de una iglesia y un monasterio gótico, un espectacular jardín japonés, una pequeña granja de animales donde los más pequeños pueden cepillar a los burros o alimentar a los ponys, y la torre del agua, una antigua construcción que hoy alberga exposiciones.
Cafés y restaurantes, carritos para comprar comida o refrescos, aseos, fuentes, una piscina con toboganes y hasta un carril sólo para runners alrededor de la isla de 5,35 kilómetros. La forma más efectiva de recorrer este enorme parque es en bicicleta o alguno de los vehículos que alquilan, pues sobre todo si vas con niños la distancia es algo inabarcable si queremos descubrir cada rincón.
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