Posiblemente has pasado unas cuantas veces por aquí de camino a Madrid, Galicia o cualquier punto intermedio. Quizá has parado a comer o a darte un paseo por su bellísima plaza mayor, te has acercado a la catedral o al imponente palacio episcopal de Gaudí. Pero si no has recorrido el Museo del Chocolate aún tienes una visita pendiente, o más, a esta increíble localidad leonesa. Hoy nos vamos de ruta por Astorga con niños para contarte algo sobre una, de las muchas, antiguas fábricas de chocolate.
Astorga fue en su origen un campamento romano de situación estratégica, si bien tuvo desde los primeros siglos de nuestra era su importancia también como sede episcopal. En los siglos XIX y XX sufrió un proceso de industrialización en el que tuvo gran importancia la industria del chocolate.
Paseando por sus calles aún puedes ver la importancia de chocolates y dulces en su gastronomía local, pero hasta día de hoy aún no habíamos tenido oportunidad de visitar su Museo del Chocolate. Está ubicado en un palacete de principios de siglo, levantado por el chocolatero Magín Rubio y diseñado por Sánchez Eznarriaga. Hoy es propiedad municipal y acoge buena muestra de lo que fue la industria chocolatera astorgana.
Además del precioso edificio, tras comprar la entrada (2.5 euros y los menores de 10 años no pagan) puedes acceder a la planta baja donde aprender algunas cuestiones sobre cómo se elaboraba artesanalmente el chocolate gracias a un breve documental, y ver algunas de las herramientas necesarias para esta tarea. También se muestran fotos y recuerdos de la importancia del chocolate en la ciudad, o los lugares donde se obtenía la materia prima para elaborarla.
En plantas superiores curiosos detalles bastante interactivos algunos sobre la publicidad de la época, los diseños y planchas de imprenta para rotular estos productos, cuñas de radio, premios y envases empleados para el marketing, etc.
La saga de familias de chocolateros de la localidad también tienen su lugar. Y allí veremos fotos, historias y detalles de la burguesía chocolatera del momento. El recorrido termina junto a la recepción, pasando por la tienda de chocolates donde adquirir recuerdos, dulces y probar el exquisito producto estrella del museo.
Si a la salida los peques tienen necesidad de movimiento, justo al lado hay un parque infantil con zona de juegos, cancha multideporte, una divertida tirolina y mesas de merendero a la sombra. Más info en la web municipal.
Pero la ciudad de Astorga tiene mil rincones apasionantes que podemos recorrer. A solo unos minutos de esta antigua fábrica de chocolate está el Palacio Episcopal y sus jardines, visitables en horario de mañana y tarde, la plaza mayor con sus simpáticos campaneros, o el Museo Romano, una edificación de la época declarada Monumento Histórico Nacional.
Para esta escapada comimos en La Peseta, un restaurante y hotel con amplia trayectoria y donde la comida es excelente. Si vais de compras, no dejéis de asomaros a la pastelería La Mallorquina, o cualquiera de las tiendas de mantecados, dulces navideños, chocolates o especialidades locales.
Tras ver la catedral, podéis asomaros a ver el santuario de la Virgen de Fátima, con fachada románica, y aprovechar para otro rato de juegos en el parque infantil de la plaza de San Julián. Luego merece la pena caminar por el paseo Blanco de Cela, viendo la señalización de algunos puntos históricos de la etapa romana.
Cerca de la Catedral está también la casa Museo de Leopoldo Panero, vivienda de los poetas Juan y Leopoldo. Una edificación de estilo indiano y por la que pasaron diferentes personalidades de la generación del 27.
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