La palabra confinamiento, que probablemente no oíamos desde que estudiamos el triste final de Napoleón, prisionero en la isla de Elba, se ha colado en nuestras vidas. Pero la pregunta a la que todos buscamos respuesta es qué hacer tras el confinamiento, cuando recuperemos cierta libertad de movimientos.
Aire puro, sol, visita a familiares o pequeños placeres de la vida como tomar un café fuera. Nadie sabe exactamente en qué medida nos vamos a ver afectados por esta nueva amenaza global, que quizá tenga réplicas, y que es una epidemia. Básicamente porque en España desde 1918 no vivíamos una situación similar y es difícil que los mayores la recuerden ya, a no ser por lo que escucharon contar en casa.
Visto lo visto, y después de cuatro interminables semanas de confinamiento, algunos comenzamos a ver la luz al final de túnel, pero sabemos que salir, en cualquier caso no será como antes. Además de lo que hemos recogido en nuestro post Viajar tras el coronavirus, hoy miramos más a corto plazo y ponemos el acento en cómo retomar nuestra vida cotidiana, en lo que a ocio y escapadas se refiere.
Estos días en redes sociales el hartazgo se hace patente y son habituales las fotos de excursiones, rutas o escapadas. Aire libre, naturaleza, planes de senderismo o bellas estampas con horizontes lo más amplios posible. Quizá eso anhelamos, especialmente quienes llevamos treinta días encerrados en pisos de unos pocos metros cuadrados, sin más desahogo que una ventana urbana o un estrecho balcón.
Así es que seguro que si lo habéis vivido así, con la angustia del interior y la falta de luz natural, estáis haciendo planes con diferentes propuestas que hacer tras el confinamiento. Quizá aún no podamos comer fuera, quedar con la familia o los amigos, o asistir a espectáculos multitudinarios, pero nadie nos privará del aire libre, así que allá vamos, con varias ideas para que vayáis poniendo fecha a la recuperación de vuestra libertad de movimientos.
De las cuatro paredes de una habitación a las vistas panorámicas. Quién no tiene ganas de mirar al horizonte. Esto nos lleva a miradores, pero a atalayas de naturaleza y baja concurrencia turística. ¿Os proponemos algunas?